Sin ningún viento,
Hazme caso,
Gira corazón
Gira!
Federico García Lorca
Nada puedo decir que sea mío:
Ni el sol distante en plena lejanía
Ni el verso azul que tiembla en melodía
Ni este interno sufrir al que me fío
Oscuro navegante de algún río
Nunca supe cuál fue mi epifanía
Me debo, sí, a un oscuro Mediodía
Que viene desde atrás… y en él confío.
Hijo de luz en el abismo mudo
Yo llevo mi extrañeza a todas partes
Y estoy absorto mientras más desnudo
Ola de un mar que asciende y siempre sube
Voy plantando inocentes estandartes
En el fugaz espacio de una nube.
II
Nada viene de mí ni a mí se debe:
Ni la vida que expande los sentidos
Ni la muerte que borra los latidos
Ni este limbo en el cual mi alma se embebe
Ni este vivir a medias ni esta nieve
Que duerme en mis anhelos más ardidos
Ni los brillantes pensamientos idos
Que el recuerdo, nostálgico, los bebe.
Nada se debe a mí ni de mi viene
Liberado de penas y dolores
Del haber, del deber, del cuánto tiene
Busco del astro rey los resplandores
De la sonrisa fiel la luz sumisa
Y el gozo final ya sin amores.
III
Nada puede añorar mis nebulosas
Mis visiones de luz y de misterio
Mi profundo velar de cementerio
Mi perpetuo surgir de entre las cosas.
Nada tiene el encanto sin orillas
De mi alma antigua, dulce y luminosa
Que indagaba el origen de la rosa
Y buscaba en los astros maravillas
Nada puede volverme al tibio nido
Donde hube de encontrar revelaciones
De la aurora inicial que nunca ha sido
Del secreto esplendor en las pasiones
De esa rosa que nunca me había herido
Que sangraba en mi ser y sin razones.
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