miércoles, 24 de febrero de 2010

Inventor e invención poéticos


Inventor e invención poéticos
Por Fabián Núñez Baquero
24/02/10

El poeta es inventor. Y el poema es un invento. En calidad de tal el invento es algo que no existía antes ni en la naturaleza ni en la sociedad. Es más, a ésta no le interesa para nada que alguien invente algo. Se conforma con lo que hay y si luego disfruta de este invento es por esnobismo, por novelería, por confort anodino, porque no hay más qué hacer. Siempre y cuando el invento no le exija un esfuerzo suplementario. Ojalá esté ahí, a la mano, como la cabeza de su perro preferido o el teléfono celular. El inventor poético, contrario al inventor tecnológico o al administrativo, no trabaja para la ganancia, ejecuta su ocupación por placer, por el entusiasmo de ir confeccionando ladrillo a ladrillo, palabra a palabra, su edificio estético. Le gusta saborear las palabras. Sabe que el color de ellas está en su entraña y que es un material flexible, maleable, con características más envolventes, periféricas y estables que cualquier mezcla de concreto o hierro o acero superiores. Es que se trata nada menos- como en la escultura efímera del hielo o de la luz- de dar vida, coherencia a lo esencialmente inestable y efímero y contradictorio que constituyen los sentimientos humanos, la realidad del hombre en su devenir, en su cambio, su transformación permanentes.
En tal virtud nada existe más difícil y dialéctico que el tránsito poético, esa bicoca aparentemente deleznable, pero sutil y enigmática que se corporiza en el poema. La poesía hace plástica la profunda ideación dialéctica de Hegel sobre el ser y la nada. Es una respuesta a las conjeturas geniales de Platón en el Parménides sobre las categorías del ser. Tenemos nada en las manos y en el papel, en la voz, en la mente. Lo único que poseemos los poetas es un remolino de caos envolviéndonos en el día o la noche. Y un caos más profundo cuando esa absurda marea de los sentidos, de los huesos, músculos y tripas nos llama a decir algo, a generar lo que ni siquiera nosotros sabemos qué es o qué va a ser. Es simplemente una nada que ha estado generando su propio opuesto en la reconditeces de nuestro inconsciente. Por eso es que la poesía aparece como siendo nada y luego siendo algo, divisándose en el horizonte apenas como una gota oscura en el firmamento gris:

Vino del altiplano tras las huellas del antílope
respirando, sufrido, la niebla del jaguar
vivió en las cuevas y en la intemperie
interpretando los signos solares
buscando el Manifiesto definitivo
las altas flechas mortíferas...

(Núñez Baquero- Tatuajes de jaguar , p. 84 )

De dónde viene, a dónde va, por qué, cómo así... Y luego va amasando insolitez, presencia, una estructura permanentemente inacabada, una construcción que vale para el minuto de fuerza o de delicia tonal, de gozo metafórico... Nada más y nada menos. La experiencia creadora nos hace decir que ese minuto efímero, esa explosión del poema fue sólo posible por la acumulación de materiales en el transcurso de la existencia: lectura, meditación, asimilación de otros poetas, aprendiendo de la historia, de la política, de la filosofía, del suceso cotidiano, de la interrelación humana, de los viajes... En este curso el poeta aprende a ganar vocabulario y nociones generales. Tiene que recurrir al diccionario todos los días para aprender y recordar los sentidos, las posibilidades de la expresión. Y por supuesto debe poseer, dominar la chispa de la analogía, de la imagen, de las remotas comparaciones. Es decir y en suma: debe vivir una existencia proteica, poética: acumulando jugo, amontonando emociones y vivencias y dejando que el ocio y su naturaleza operen luego en su proceso creativo. En todo lo que decimos es palpable el desinterés del poeta por las nociones y costumbres, tradiciones y costras de la sociedad en la cual vive. Es más, no le gusta la sociedad en la cual vive porque para su adentros, en su cápsula más preciada, sabe que la sociedad es perfectible, sujeta a modificación, a encanto e igualdad, a una nueva perspectiva de sensibilidad y conciencia humanas.
Viniendo de lo más oscuro de sus sentimiento confusos y encontrados, el poeta asciende a la claridad de su creación, se cumple en él lo que los griegos acuñaron para siempre en el devenir universal: ellos decían que el Todo es un proceso que ha venido del caos y va hacia el Cosmos. Esta última palabra significa en griego exactamente :orden, organización, disciplina. Es decir el mismo universo va desde el desorden al orden, su auto trabajo ( porque la materia posee su propio auto movimiento) es poético, el universo es un poema que se va haciendo en el decurso de los milenios, el universo se inventa así mismo, como también lo hace el poeta. Por eso es que de forma apodíctica, dogmática, es decir, con certeza, podemos decir que el poeta mismo es un universo, un mundo que se va haciendo o deshaciendo a sí mismo.

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