El CASO DE WILLIAM SHAKESPEARE
Por: Fabián Núñez Baquero
La gran curiosidad británica, con flema y todo, ha concentrado su interés necrológico en exhumar los restos de los esposos Shakespeare. Creen encontrar en el ataúd el testimonio fidedigno de quien fue realmente el autor de dramas y tragedias, comedias, que tanto ha asombrado al mundo por estar inspiradas en el genio.
Inglaterra es un país de hombres almidonados y perspicaces en asuntos sicológicos; está demás decir que es la tierra de los crímenes cerebrales, el desequilibrio y esa especie de cofradía sagrada que constituye su nobleza con sus lores, gentlemans y ladys.
Como sus reyes condecoran a sus Beatles, como cada día se han vulgarizado más el criterio y el gusto anglosajones, resulta que se les hace imposible creer que un simple”actor” que daba espectáculos en el Globo en los tiempos de la reina Victoria, sea realmente el autor de piezas de teatro monumentales. No, el genio no pudo estar en un aburrido burgués de “buen carácter”, afable y de costumbres cotidianas, simples, pedestres y que habían vivido y muerto con sus pequeñas comodidades.
Para un inglés es inconcebible que un hombre que no sea lord o sir y que no hable afectadamente, aparentado distinción y buenas maneras, pueda siquiera ser mediocre ingenio, peor autor de obras maestras.
El que escribió La tempestad, Romeo y Julieta, Sueño de una noche de Verano, debió haber sido o Sir Francis Bacón o Lord Marlowe y no un tal William Shakespeare insípido hombre de costumbres moderadas, y lo que es peor, comediante. Por esta vez, el buen seso inglés cae, a mi parecer, en franco descrédito; su pretendida penetración sicológica es menos que mediana, por no decir nula.
Sea lo que fuere que encuentren en la tumba del parroquiano Shakespeare, residente y fallecido en la localidad Stradford on Avon, el hecho es que ni Bacón, ni Marlowe, pueden reclamar para sí la paternidad de tanta obra maestra. Además, es curioso que solamente Ahora, después de más de trescientos años, alguien sepa de un secreto que guarda la tumba de un hombre esclarecido que no podía jamás pasar desapercibido ante lo ojos de lo entendidos.
Hay razón demás para que los paisanos que veneran la memoria de grande hombre, traten de oponerse y vean en ese acto una profanación a su memoria .
Por esta vez soy suspicaz; declaro que algún inglés linajudo, loco y con aspavientos de celebridad, ha introducido algún documento que prueba de alguna forma que el escritor que delineó a Hamlet o Macbet, fue un noble, un Lord, Sir Francis Bacon o Lord Marlowe, por ejemplo.
Bacon tenía sangre fría, nervios lo bastante en su puesto y su cabeza demasiado preocupada en su método de la naturaleza y de las ciencias, como para poder sentir y expresar con tanta lucidez, con tan suprema elocuencia y poesía, la barbarie de los sentimientos, el mundo escandaloso del corazón.
Solo el carnicero William Shakespeare podría hacerlo. Además, el estilo de Bacón es filosófico, sentencioso, erudito, no como en Hamlet, que si hay consideraciones filosóficas es porque la presión del espíritu angustiado así lo exige y no por diletantismo o snobismo de caballeros trasnochados. Marlowe, por otra parte, escribió un drama tipo Shakespeareano que no le caracteriza ni abona totalmente para ser autor de bellas monstruosidades. Víctor Hugo , “Emperador de la barba florida” dijo muchas maravillas del hecantonquira, centímano Shakespeare ; de paso insultó a Inglaterra con pleno derecho por su frialdad y desidia ante el genio.
Dijo de los ingleses que era arrogantes, guerreros ( adoraban y aún adoran al vencedor de Napoleón) e ingratos.
Dijo también que una cosa es asistir a todas las reuniones literarias o culturales, hablar de arte, ser mimado por los primates de la localidad, ser poeta “oficial” infaltable y, otra, muy otra, ser hombre de genio. A Cervantes creo que no le aceptaron ni como alcabalero y por premio a su excelencia estuvo muchas veces en la cárcel; Milton antes de poeta épico fue un condottiero de Cronwll. Homero fue un mendigo en toda Grecia, de Víctor Hugo mismo alguien dijo, con enorme suficiencia y donosura sin par, que “sabía redactar bien” etc.
Hablando en oro, el grande hombre superior, es algo raro. Es muy difícil adivinarlo, se esconde muchas veces en aspectos insignificantes y en hombres que parecerán a la generalidad o vulgares o imbéciles.
Cuando veo el retrato de Balzac pienso que ese hombre era capaz de todo con ese cuello de bisonte y cabeza de animal salvaje. Viéndolo bien, su estampa es grotesca, vulgarísima; parece mas bien un tendero que un literato. Su figura bien podría estar en la etiqueta de algún buen Wisky o en la botella de cualquier licor. Las apariencias engañan, ahora se puede encontrar personajes de altas prendas intelectuales en trotamundos, industriales, artesanos, comerciantes y agentes vendedores.
Claro que para el empaque y la seriedad británicas no está bien que un buen intelectual, un genio en este caso, no tenga una “buena apariencia” o sea por lo menos un caballero inmejorable.
Para ellos, el sprit, el misterio, la elegancia, y la afectación, representan su ideal. Por otra parte, al hombre superior, ¿qué le importan el empaque y la seriedad? Se ríe buenamente de los señorcitos de elegantes e impecables camisas planchadas que cuando conversan citan de memoria trozos de la Enciclopedia Británica o aforismos o sentencias extractadas por humanistas desde Erasmo hasta nuestro días.
Si profanan la tumba de Stradford on Avon, todo el mundo tendrá razón al decir que los ingleses no comprenden otra cosa que el lenguaje de las apariencias, de los cuellos almidonados del copete y la nobleza hereditaria. En todo caso la nobleza del genio es un tipo de nobleza superior y para reconocerla se requiere más que capacidad de análisis psicológico, una instintiva intuición, una especie de adivinación y reconocimiento del alma grande, aunque ésta se esconda en un humilde “actor” del tablado que toda su vida hizo teatro y creó obras inmortales.
Escrito en 1966 aproximadamente y a propósito de la exhumación de los restos del genial escritor y las dudas acerca de su personalidad literaria ( existe otro artículo mío sobre el mismo tema, no sé si antes de éste o después).
Memoria de mayo 22 del 2002.
Por: Fabián Núñez Baquero
La gran curiosidad británica, con flema y todo, ha concentrado su interés necrológico en exhumar los restos de los esposos Shakespeare. Creen encontrar en el ataúd el testimonio fidedigno de quien fue realmente el autor de dramas y tragedias, comedias, que tanto ha asombrado al mundo por estar inspiradas en el genio.
Inglaterra es un país de hombres almidonados y perspicaces en asuntos sicológicos; está demás decir que es la tierra de los crímenes cerebrales, el desequilibrio y esa especie de cofradía sagrada que constituye su nobleza con sus lores, gentlemans y ladys.
Como sus reyes condecoran a sus Beatles, como cada día se han vulgarizado más el criterio y el gusto anglosajones, resulta que se les hace imposible creer que un simple”actor” que daba espectáculos en el Globo en los tiempos de la reina Victoria, sea realmente el autor de piezas de teatro monumentales. No, el genio no pudo estar en un aburrido burgués de “buen carácter”, afable y de costumbres cotidianas, simples, pedestres y que habían vivido y muerto con sus pequeñas comodidades.
Para un inglés es inconcebible que un hombre que no sea lord o sir y que no hable afectadamente, aparentado distinción y buenas maneras, pueda siquiera ser mediocre ingenio, peor autor de obras maestras.
El que escribió La tempestad, Romeo y Julieta, Sueño de una noche de Verano, debió haber sido o Sir Francis Bacón o Lord Marlowe y no un tal William Shakespeare insípido hombre de costumbres moderadas, y lo que es peor, comediante. Por esta vez, el buen seso inglés cae, a mi parecer, en franco descrédito; su pretendida penetración sicológica es menos que mediana, por no decir nula.
Sea lo que fuere que encuentren en la tumba del parroquiano Shakespeare, residente y fallecido en la localidad Stradford on Avon, el hecho es que ni Bacón, ni Marlowe, pueden reclamar para sí la paternidad de tanta obra maestra. Además, es curioso que solamente Ahora, después de más de trescientos años, alguien sepa de un secreto que guarda la tumba de un hombre esclarecido que no podía jamás pasar desapercibido ante lo ojos de lo entendidos.
Hay razón demás para que los paisanos que veneran la memoria de grande hombre, traten de oponerse y vean en ese acto una profanación a su memoria .
Por esta vez soy suspicaz; declaro que algún inglés linajudo, loco y con aspavientos de celebridad, ha introducido algún documento que prueba de alguna forma que el escritor que delineó a Hamlet o Macbet, fue un noble, un Lord, Sir Francis Bacon o Lord Marlowe, por ejemplo.
Bacon tenía sangre fría, nervios lo bastante en su puesto y su cabeza demasiado preocupada en su método de la naturaleza y de las ciencias, como para poder sentir y expresar con tanta lucidez, con tan suprema elocuencia y poesía, la barbarie de los sentimientos, el mundo escandaloso del corazón.
Solo el carnicero William Shakespeare podría hacerlo. Además, el estilo de Bacón es filosófico, sentencioso, erudito, no como en Hamlet, que si hay consideraciones filosóficas es porque la presión del espíritu angustiado así lo exige y no por diletantismo o snobismo de caballeros trasnochados. Marlowe, por otra parte, escribió un drama tipo Shakespeareano que no le caracteriza ni abona totalmente para ser autor de bellas monstruosidades. Víctor Hugo , “Emperador de la barba florida” dijo muchas maravillas del hecantonquira, centímano Shakespeare ; de paso insultó a Inglaterra con pleno derecho por su frialdad y desidia ante el genio.
Dijo de los ingleses que era arrogantes, guerreros ( adoraban y aún adoran al vencedor de Napoleón) e ingratos.
Dijo también que una cosa es asistir a todas las reuniones literarias o culturales, hablar de arte, ser mimado por los primates de la localidad, ser poeta “oficial” infaltable y, otra, muy otra, ser hombre de genio. A Cervantes creo que no le aceptaron ni como alcabalero y por premio a su excelencia estuvo muchas veces en la cárcel; Milton antes de poeta épico fue un condottiero de Cronwll. Homero fue un mendigo en toda Grecia, de Víctor Hugo mismo alguien dijo, con enorme suficiencia y donosura sin par, que “sabía redactar bien” etc.
Hablando en oro, el grande hombre superior, es algo raro. Es muy difícil adivinarlo, se esconde muchas veces en aspectos insignificantes y en hombres que parecerán a la generalidad o vulgares o imbéciles.
Cuando veo el retrato de Balzac pienso que ese hombre era capaz de todo con ese cuello de bisonte y cabeza de animal salvaje. Viéndolo bien, su estampa es grotesca, vulgarísima; parece mas bien un tendero que un literato. Su figura bien podría estar en la etiqueta de algún buen Wisky o en la botella de cualquier licor. Las apariencias engañan, ahora se puede encontrar personajes de altas prendas intelectuales en trotamundos, industriales, artesanos, comerciantes y agentes vendedores.
Claro que para el empaque y la seriedad británicas no está bien que un buen intelectual, un genio en este caso, no tenga una “buena apariencia” o sea por lo menos un caballero inmejorable.
Para ellos, el sprit, el misterio, la elegancia, y la afectación, representan su ideal. Por otra parte, al hombre superior, ¿qué le importan el empaque y la seriedad? Se ríe buenamente de los señorcitos de elegantes e impecables camisas planchadas que cuando conversan citan de memoria trozos de la Enciclopedia Británica o aforismos o sentencias extractadas por humanistas desde Erasmo hasta nuestro días.
Si profanan la tumba de Stradford on Avon, todo el mundo tendrá razón al decir que los ingleses no comprenden otra cosa que el lenguaje de las apariencias, de los cuellos almidonados del copete y la nobleza hereditaria. En todo caso la nobleza del genio es un tipo de nobleza superior y para reconocerla se requiere más que capacidad de análisis psicológico, una instintiva intuición, una especie de adivinación y reconocimiento del alma grande, aunque ésta se esconda en un humilde “actor” del tablado que toda su vida hizo teatro y creó obras inmortales.
Escrito en 1966 aproximadamente y a propósito de la exhumación de los restos del genial escritor y las dudas acerca de su personalidad literaria ( existe otro artículo mío sobre el mismo tema, no sé si antes de éste o después).
Memoria de mayo 22 del 2002.
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