domingo, 20 de julio de 2008

Libro Ahora en circulación


EL RELOJ DE MANECILLA ZURDA
( Leyenda comprobada)
Por Fabián Núñez Baquero
06/03/2005

Los quiteños tienen un reloj del tiempo y otro del miedo: la Caja Ronca, que opera con otro horario y con un movimiento inverso, no solo en el sentido de las manecillas, sino en la tendencia de la Caja Ronca en funcionar en climas colindantes con el violin agudo de los nervios, el pantano pegajoso de las crisis sentimentales y los pasillos silenciosos y abandonados.
Un científico severo pero desafortunado inventó a principios del siglo pasado la Caja Ronca, en un año que es mejor olvidarlo, porque fue la época de las epidemias y el hambre y por un bochorno helado que desc endió de las copas de los volcanes.
El inventor tenía en su haber una mezcla de Shamán con un poco de paciencia de relojero suizo aficionado a la chatarra nocturna. Y el sitio donde comenzó a latir su cuerda de violoncello o contrabajo, es muy discutido:unos dicen que se inició en las paredes milenarias del gran Bulevard de la 24 de Mayo, con acompañamiento de babosas y tambores amazónicos.
Otros aseguran que en el lado nor-occidental de las riberas del Machángara debido a un fluir más cónsono, adecuado al resbalar de los minutos, del río que circunda la ciudad con su doble cola de milano equinoccial.
La Caja tiene una voz gelatinosa, de miasma, húmeda y con una extraña con fluencia de cristal esmerilado, por eso dicen que inició sus sinfonías en la Calle de las Herrerías.
Para agotar la discusión, concluimos con la versiòn que establece , casii fidedignamente, que la Caja inició sus saturnales en la sinuosa calle de La Ronda y en las inmediaciones del Palacio de Gobierno.
Quienes lo afirman destacan su murmullo amenazador que se percibe a través de su glu-glu cavernario, y que no puede ser interpretado de ninguna otra manera, sino por el resbalar de la mala conciencia de los gobernantes que han pasado por Carondelet y que en las noches, como arrastrar cadenas, van atronando el silencio con sus crímenes y fechorías, que espantan a todos los vivientes. Pocos saben que los chirriantes y espeluznantes ruidos que oyen, y que parece perseguir a cada viandante, son también los ayes y las quejas de multitudes que han sido objeto de engaño y demagogia por parte de los llamados Presidentes, Ministros o Políticos en todas estas décadas.
Este reloj zurdo mezcla malos y fingidos arrepentimientos y lamentaciones reales de los pueblos.
Como quiera que sea, los estudiosos ecuatorianos de los Objetos No Fácilmente Identificables (O.N.F.I.), institución que labora sin fines de lucro, consideran irrefutable la existencia de este objeto sonoro, de ninguna manera esférico, móvil, estático y a la vez inubicable.
Tomamos el Catálogo de O.N.F.I. y leemos algunos extractos:
Caja Ronca, voz de pantano, croar de rana, campana de muelle diminuto que la encontramos más allá de las paredes en noches de insomnio, de desvelo o pesadumbre. Variante o francamente descendiente de la Caja de Pandora de los griegos, la cual, como sabemos, después de ser vaciada por la imprudencia y la locura, sólo guardó en su seno la esperanza. La Caja Ronca, en cambio, de tanto desesperar, de tanto regalar, como manirrota, todos los dones de la confianza del pueblo en los magistrados, ministros, diputados, seudo-redentores, disfrazados con piel de oveja, se ha quedado con la voz panizada, con un silencio de loca, que de tanto gritar se le rompieron las cuerdas de la garganta. Bien adentro- y esto sólo es visible en noches carentes de luna- brilla la ira amarilla, revolucionaria, de los pobres que están reuniendo en un matraz el infierno total contra los poderosos.
Al contrario de los objetos de nuestra especialidad, la Caja Ronca se deja percibir aún dentro del día y no sólo en los bosques poblados de sapos- como el Florón Mandinga o la Uña de la Gran Bestia- y con escenarios de plenilunio. El tic-tac monótono, apagado de la Caja es sólo aparente, algunos lo consideran como un espejismo inocuo que atenta contra la columna vertebral de los débiles noctámbulos, pero muy pocos perciben la acumulación de fuerza, de esta especie de Clepsidra atómica que esta embutiendo grano a grano todo el poder cataclísmico de un pueblo en busca de su liberación definitiva….

Tomado de Cuentos francamente siniestros

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