
Recitales de poesía en Minas y Petróleo
Por Fabián Núñez Baquero
14/07/2009
Por invitación de mi amigo, el Dr. Fernando Moncayo, he venido concurriendo desde hace ocho o nueve años a la Facultad de Minas y Petróleo de la Universidad Central con el fin de rendir mi homenaje a la poesía mediante recitales con poemas de mi autoría. Entre otros poetas invitados también me han acompañado Mariana Falconí y Marcela Almeida. Este es un hecho notable porque muy pocas entidades educativas y muy escasas personas se interesan en la cultura poética.
Casi no existen oídos para escuchar poesía y son escasos los ojos que se posan en un poema. Muy pocos alfabetos ejercen la lectura por lo cual bien podemos decir que se convierten automáticamente en analfabetos por defecto. Los profesores prefieren que sus alumnos lean cuentos o novelas pero no poesía. Gran parte de personas- y en el mundo son millones- a las cuales se les hace cuesta arriba definir o comprender un párrafo de un ensayo sea éste científico, literario o filosófico. No digamos poesía. Los maestros de lenguaje- en su mayoría- no entienden la poesía, por eso no la recomiendan. Y hasta tenemos literatos- aunque ustedes no lo crean- que desconocen en realidad qué es la poesía. Y ésta es el más alto desarrollo del lenguaje. Opera con fórmulas de sensorialidad inmediata y, por supuesto, agudiza la inteligencia. En ella se requiere el rigor de la matemática sólo que con una lógica propia e intransferible.
La mayor parte de personas cree que ya no hace falta la poesía ni siquiera como curiosidad o cultura general. No obstante la poesía cumple una función modesta pero eficaz: impide la esclerosis del mundo y la arterioesclerosis de los cerebros y el corazón. Los inventos poéticos- cuando son verdaderos-limpian las arterias y rejuvenecen los sentidos. Y estoy hablando sólo de los efectos más externos olvidándome de sus profundas connotaciones sociales y espirituales. En diez o doce versos podemos concentrar más sentido que un ensayo o un cuento. Muchos se han sonreído- y otros hasta se burlan- de versos tan simples como:
Este mundo ya no es mundo
Es de Edmundo y de Raymundo
Y no hay más mundo
Olvidan lo que se puede decir con tan pocas palabras, así como olvidan que el cuerpo necesita relativamente pocas cosas para poder vivir. No saben o no han recapacitado que, en fin de fines, las fórmulas más importantes de los físicos usan pocas letras y que la cadena del ADN repite concatenaciones muy sencillas. Y la biología y la física proceden con ritmo y con cadencias que recuerdan la poesía. Y hay poemas que tienen la perfección del Cosmos. Puedo citar muchos ejemplos pero bastarán con dos: El Tigre de William Blake y Los Heraldos Negros de Cesar Vallejo.
La poesía no es una profesión, es una forma de ser, una cualidad vital e intransferible del hombre. Se es poeta como se tiene pecas o se es proclive a la fecundidad. Lo poético de un paisaje o de un estrato geológico tiene su correspondencia con el estilo, la calidad de ser de una persona.
De hecho la poesía está presente en todo lo más excelso del universo y la humanidad. Hasta se podría decir que cada ser, cada cosa, cada conciencia, son un poema viviente. El poeta- pudiendo ser tan común y corriente-es aquel que está marcado por la palabra, por la imagen y no se lo encuentra en cada esquina o botado en la vereda. Aunque sólo usa palabras, el verbo que es utensilio cotidiano de la sociedad, las usa de tal forma que nos remite a los secretos todavía no revelados o que parecen haber sido olvidados o que son evidentes por sí mismos. El poeta es un inventor y un descubridor al mismo tiempo, un medio que utiliza la naturaleza y la sociedad para expresarse y redimirse. A la vez el poeta es un don de la naturaleza y la poesía no puede aprenderse, así como no puede enseñarse a ser flor o aprender a ser un cataclismo o una ballena jorobada. El poeta no se apoya sólo en el conocimiento y la información- que de hecho le son esenciales-, sino en la vida misma, en el proceso natural, pero no se abandona a ellos sino que los rebasa, los trasciende. Circula un lugar común que dice: la imagen expresa lo que miles de palabras no lo pueden decir. Esto se refiere al cine o la televisión. Pero la poesía crea imágenes que ni el cine ni la televisión pueden traducir. Y la simple palabra llueve determina mil posibilidades de imágenes.
El poder de la palabra- como sintaxis y semántica global- se encuentra en los ladrillos del universo y en nuestro ser biológico. El camino del caos al orden-en que consiste la secuencia cosmogónica, conforme a los griegos-, es la misma coherencia copiada a la poesía, lo que seguramente llevó al gran Oscar Wilde a afirmar que el arte no copia a la naturaleza sino que ésta copia al arte. Y, sin embargo, ella es siempre algo más que cualquier definición. Talvez, para justificar estas ideaciones, valga la pena un poema de muestra:
LA FUENTE DEL SER
De cuándo acá
Para ser poetas debemos
Tomar la vida con cólera
Y malanoche.
La poesía no es pretexto para la cerveza
No es un medicamento
Ni tampoco la fuente del Ser
O el alivio
Para nuestros vicios metafísicos.
La poesía surge de un contenido
Cuando tu misma vida
No sabe qué hacer de sí misma
Desbordante
Y con la mano en la pena
Después que tú y tu familia
Se encuentran en la calle.
Tomado de Fabián Núñez Baquero: “ Misiva con Zumbambico”
3 comentarios:
Estoy de acuerdo con el articulo, la poesia es necesaria, no se la debe dejar perder.
Saludos.
El Boris de Boris Estebitan.
Siempre siguiendo su blog.
Estimado Fabián: No había leído este lúcido artículo sobre la importancia de la poesía. Es una clase magistral que tendré en cuenta en el futuro. Un cordial saludo, Berta lucía Estrada
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