sábado, 10 de abril de 2010

El secreto de la inspiración o la inspiración en secreto


El secreto de la inspiración o
 la inspiración en secreto

Por Fabián Núñez Baquero
10/04/2010
No hay que esperar al poema como no hay que detenerse a pensar si alguien siembra. La inspiración, el sentimiento, son las manos que obedecen a la orden de la voluntad del sembrador de palabras. Y el abono es la lectura, la observación, la meditación permanentes. Como el domador de fieras no espera que ellas se le precipiten encima sino que toma la iniciativa y usa la fusta, la silla, el palo, lo que sea para que surja un orden, una disciplina.
El poeta que se pone a esperar sentado no percibe el aguijón del sol ni puede oír el manantial de la mañana que sólo se deja oír para aquellos que vieron antes su sombra fresca y pusieron palabras para nombrarlo. La palabra es un mantra para que se desarrolle y suene en el espacio y tome corporeidad y se haga visible. La mujer más bella no viene si la palabra no la llama y la misma Tierra escucha nuestra voz. Si Newton no hubiese sido un hombre en sigilo, en vela, anticipándose a la manzana, ésta no hubiera caído sobre su cabeza. Lo más probable es que le hubiera caído otra cosa y a lo mejor la física se retrasaba centurias.
Lo mejor de un poema es que nunca lo pensamos, sino que debe ser un camino no imaginado, improbable, que surge de nuestra necesidad. Tal como nunca se puede hacer un mejor canto al agua sino cuando se tiene sed. O el poema de amor cuando nos falta la mujer amada. ¡Cómo puede ser poeta aquel que no le falta nada? ¿O aquel que le falta todo? La poesía precisa una fidelidad de perro. No le engañan nuestros sentimientos ni siquiera nuestros dolores. No le interesan nuestras promesas ni los gozos.
La poesía tiene desconfianza de los que ríen siempre o de los que lloran detrás de sus puertas. La poesía es mujer tan amada, tan íntima, que no la podemos meter gato por liebre. De veras, no sé a dónde voy, entonces soy poeta.

A qué perspectiva me conduce la expresión “Hay un árbol sangrante en mi corazón”? No lo sé. Entonces de esa total incertidumbre, de esa nada, saldrá un poema que tenga como segundo verso éste: “ ¿será que la tierra suda sus terrores?” o éste tercero,” hay demasiado amor entre mis ramas” o el cuarto, “salgo de mí para encontrarte entre las dalias” Y si ya tenemos cuatro versos es muy probable que se perfile un poema nuevo
Hay un árbol sangrante en mi corazón
¿Será que la tierra suda sus terrores?
Hay demasiado amor entre mis ramas.
Salgo de mí para encontrarte entre las dalias
Quiero poner savia fragante entre tus manos.
El colibrí del viento pasa por tus senos
Y despierta tus ojos que están muertos.
Amada mía, no te seques, no te agostes de mi olvido
No te pudras de silencio ni te estanques
Soy tu árbol de sombra y de alimento
Conmigo verás nuevamente el sol de otoño
Cálido y rojo como este manantial que nos circunda
Ahora que te abrazas conmigo para siempre

Sé que este es un poema porque nunca lo pensé. No lo premedité, no surgió de una estrategia ni de un plan. No sabía a dónde ir, como el peregrino a quien cae la noche en el bosque o en despoblado y que ni siquiera se pregunta por su meta. Sólo sufre su destino en el instante y se mueve para resolverlo. Palabra por palabra como el ladrillo sobre el ladrillo. Levantando la estructura entonces viene la inspiración como quien se esmera con la mezcla de colores o la construcción de un triángulo. Si no lo hace la inspiración nunca viene. La inspiración no es antes del poema sino que viene después del primer ladrillo, del primer verso y luego ya no quiero soltarse de este salsipuedes multicolor. A mí me sucede este secreto, como el lenguaje cifrado del delfín que atraviesa el océano en busca de la hembra o de la manada para juntar la alegría de la vida.

3 comentarios:

Natalia dijo...

Podrá no haber poetas pero siempre habrá poesía.
No hay más grande desdicha que saberse muerto entre la luz y condenado a las cadenas del tiempo y no pronunciar palabra alguna.
Sentir que el simple árbol me alienta con su sombra, que la tierra es fecunda muy lejos de este campo verde,desconocido, estéril.
He amputado mi espíritu creativo, he dejado que el mutismo mande en mi porque no me hacía ninguna gracia embellecer mi dolor; he querido soportarlo como a la mañana imprecisa que no termina de escarbar los escombros de mi alma.
Habrá poesía mientras mis restos puedan volver un día a juntarse y salte una estrella del ocaso.

umbral de las voces dijo...

Si mis palabras engendran tales respuestas me siento bendecido por la naturaleza y sé que frutos opimos henchirán tu vendimia.

Anónimo dijo...

Muy agradecido por el momento ameno y artístico que he pasado, incansable Don quijote de la palabra Trotsky.

¿Hasta cuándo?…

¿Hasta cuándo?… P or Fabián Núñez Baquero 18/03/22   ¡ No más guerras por Dios! ¡ No más negocio...