viernes, 16 de marzo de 2012

El genoma y la poesía






El genoma y la poesía


Por Fabián Núñez Baquero
16/03/2012

Estoy convencido que el universo, la materia, luchan por mantener el caos o ir al orden. La fuerza que los mueve, su contradicción fundamental es la antigua antinomia de la cultura griega: del caos- lo informe, lo oscuro, lo no vertebrado ni orgánico- al orden ( una jerarquía, una vinculación acertada de contrarios, una armonía dinámica y cambiante que preserva lo mejor de lo antiguo y lo supera en la nueva combinación). Y los seres vivos repetimos este agón en nuestra existencia. Los ladrillos de la vida constituyen ya de por sí un orden logrado a fuerza de una lucha. El ADN fue primero una perspectiva, algo informe y codificada en forma embrionaria y oscura, para luego transformarse en lo que es ahora, la cadena esencial de la vida. El equilibrio del ADN es en suma lo que nos mantiene con vida armónica y saludable y para ello trabajan sin descanso los elementos del genoma y del proteoma. En escala más amplia, el equilibrio del cuerpo y de la mente es una repercusión o consecuencia de la lucha biológica de la espiral del ADN. Lo mismo se cumple en la relación hombre-sociedad. Y nuestros poemas o grandes elaboraciones científicas y matemáticas no son sino el reflejo consciente- o inconsciente- de la lucha basal de nuestra estructura orgánica. Negar esta lucha entre lo oscuro y lo claro, lo disforme y lo formado, será, entonces, una negación de nuestra propia vida, en último análisis, la aniquilación del principio de organización vital.
La poesía- en una generalización talvez arbitraria pero que tiene sentido- repite de igual manera esta lucha: desde lo disforme a lo formal, desde la desorganización a la organicidad, desde la página en blanco a la estructura graficada del lenguaje escrito. El poeta lucha contra su propia oscuridad y quiere lograr la luz, el acuerdo sintáctico de su ser y de su existencia. El poeta quiere liberarse a través del lenguaje de toda cadena: desde la que le ata a la caverna hasta la que le impide formular su canto en medio de la catástrofe social o la desigualdad, entre su pobre y desvalido ser y la injusticia global que le condena a ese desvalimiento. Y las palabras son los peldaños de ese agón. Por eso la lucha del poeta por lograr una expresión lo es la de todos sus sentidos y a través del trabajo del cuerpo y de la mente asociados en la batalla campal de la liberación. Y ésta se viste de varios rostros: tiene la deseada faz del amor, el entendimiento social, lo que sucede en una ciudad o en la sociedad, la soledad, el gozo, la desolación, la falta de perspectivas, de trabajo, la desadaptación entre el entorno y la circunstancia personal, etc.
Es por esta lucha de expresión y de auto- entendimiento por la cual el poeta congrega las fuerzas sociales en su torno. No importa si se encuentra en la más absoluta soledad, en su palabra, en su esfuerzo de expresión están representadas muchedumbres bien visibles cuando, por supuesto, la poesía que produce es real, cuando ha logrado una iluminación de su propia estructura a través de la forma poemática, cuando su trabajo ha cumplido el rol de sus ladrillos vitales: despejar lo oscuro y lograr un nivel de luz, de sentido, de semántica que nos ayude a caminar y mantener la existencia. Así, la poesía no es sino una continuación- en el más alto nivel- de la feroz lucha por la existencia y del implacable orden que mantiene nuestro genoma para que podamos respirar y ver.
La poesía se arraiga en la base ancestral de nuestras respuestas embrionarias que vienen desde hace milenios signándonos de combate y de alegría, de convencimiento y duda, de fe y sin razón, pero todo engranado en la profunda esperanza de ver un hombre y una tierra transformados. Cuando Arquíloco combatía con su yambo libérrimo a los corruptos generales de su tiempo, sus armas eran de luz, usaba metáforas y epítetos restallantes y su voz venía desde la misma boca del humilde pueblo heleno. Y con Anacreonte y Hesíodo el mismo pueblo tenía a sus representantes del amor al campo, las labores duras y el amor a la naturaleza. Cuando Li Po presenta sus poemas estilizados y de suprema belleza condensada, millones de chinos vibran con su mensaje. Y si leemos a César Dávila Andrade en serio, veremos cómo su mensaje nos eleva hasta la exaltación. En todos ellos está el genoma natural, la lucha por mantener, obtener la claridad, el mensaje objetivo en la cadena de lógica sensorial que remiten al mundo.
Pero, por el contrario, podemos casi expresar de manera axiomática que donde vemos oscuridad- consciente o no, da igual-, cuando asistimos a la violación expresa de las leyes sustantivas de la hilación, de la semántica artística, ese mantenerse en las formas más degradantes de la cotidianidad o de lo grotesco, del vicio o de su apoteosis, entonces estamos al frente de la degeneración no sólo del poeta o la sociedad que lo produce, sino del propio genoma individual. Asistimos a la negación del orden vital en su misma base. Por supuesto que el orden y la sintaxis poemáticas no son tan fáciles de descubrirlas, pero si insistimos- y si de verdad es un poema lo que leemos o escuchamos- lograremos desatar el hilo de la madeja. Y esto porque dentro de la misma subjetividad- que es el reino del poema y del arte-, existe objetividad.
En resumen, hay dos sistemas poéticos, el que afirma la vida porque es expresión de su propio genoma y de la lucha desde lo oscuro a lo claro, del caos al orden; o, el sistema que niega la vida porque anula su propio genoma, su propio anclaje vital, la lucha por entender la frase, la palabra que nos ayude a no caer en la degradación y la muerte.

El misterio Evidente


Fabián Núñez Baquero
20/05/2006

En la ciudad desnuda, de piedra y rascacielo
Donde todo parece común, simple y corriente
Rueda un misterio a fondo, central y prominente
Sin palabras y oculto por un tangente velo.

Los hombres no lo ven pero son solidarios
Se ríen, desconocen las leyes de su esencia
Pero a sus hijos quieren empaparlos de ciencia
Desean que dominen los más altos breviarios.

El misterio es torrente que inunda el hemisferio,
Que copa al bueno, al malo, les promete futuros
Y arrebaña a los hombres en un proyecto serio:

Romper desigualdades, tirar abajo muros,
Crear la nueva Tierra esbelta y nivelada
Donde a todos no falte absolutamente nada.

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