jueves, 3 de mayo de 2012


Encontrada la Caja Ronca

Por Fabián Núñez Baquero

12/06/2011

A Jorge Miño, muy estimado colega del ONFI y a los colegas que les encanta la ciencia ficción en el Ecuador

Los quiteños tienen un reloj del tiempo y otro del miedo: la Caja Ronca, que opera con otro horario y con un movimiento inverso, no solo en el sentido de las manecillas, sino en la tendencia de la Caja Ronca en funcionar en climas colindantes con el violín agudo  de los nervios, el pantano pegajoso de las crisis sentimentales y los pasillos silenciosos y abandonados.
Ya es hora de cronometrar la veracidad consumada de un artefacto que hasta hace poco sólo podía pasar por un lejano rumor de nocherniegos saltimbanquis en busca de emociones fuertes, o de emociones fuertes en busca de mitómanos  nocherniegos saltimbanquis con demasiados canelazos en la cabeza.
No sé cómo puede llamarse a una leyenda que ahora es comprobada, a un pálpito materializado o a un  objeto encontrado con pelos y señales. No hemos podido localizar a Levi Strauss o a Noam Chomsky para que nos ayuden en la interpretación totémica o lingüística, aunque dudamos que puedan sacar algo en limpio debido a su cerebro francamente empaquetado por la lógica aristotélica. Pero veamos de qué se trata.

Un científico severo pero desafortunado inventó a principios del siglo pasado la Caja Ronca, en un año que es mejor olvidarlo, porque fue la época de las epidemias y el hambre y por un bochorno helado que descendió de las copas de los volcanes. Por ahora vamos a dejar de lado la nota trágica de este insigne matemático y químico a quien confundieron con un  representante masón de la Logia de Lima y, por lo tanto, era, para el imaginario popular, un candidato ideal para espía peruano en busca de novedades logísticas y castrenses. Por supuesto la confusión barrial le costó un tratamiento con escopolamina, un vaciado de bolsillos y de vísceras y una nota  de veinte líneas a una sola columna en el Diario periodístico de doña Teresa Aquaviva, de feliz memoria.

 El inventor tenía en su haber una mezcla de Chamán con un poco de paciencia de relojero suizo aficionado a la chatarra nocturna. Dicen que conoció a Max Plank y que ayudó a sacar las estadísticas de la radiación negra. Otros aseguran que odiaba a Einstein y a la relatividad y que poseía un fervor religioso por la concha espóndila y por los polvos de la Mama Celestina. Hay que destacar que el cronista debe relatar con honradez todas las circunstancias, haberes y decires del objeto en estudio. Eso es los que hacemos los periodistas del ONFI.
Y el sitio donde comenzó a latir su cuerda de violoncelo o contrabajo, es muy discutido: unos dicen que se inició en las paredes milenarias del gran Bulevar de la 24 de Mayo, con acompañamiento del baboso croar de ranas histéricas y escandalosos tambores amazónicos.
Otros aseguran que en el lado nor-occidental de las riberas del Machángara debido a un fluir más cónsono, adecuado al resbalar de los minutos, del río que circunda la ciudad con su doble cola de milano equinoccial.
De todas maneras todos anotan que La Caja Ronca fue encontrada en despoblado, entre un río- que puede ser el Machángara o el San Pedro- y la quebrada, una de las múltiples que no se dejan notar fácilmente en esta serranía ducha en niebla y en  aparecidos.
Pero debemos consignar, como lo hicimos como testigos ante el señor Notario Bolívar Gaybor, en  el efímero y raro momento que tuvimos ante nuestra vista este aparato inubicable, que La Caja es demasiado obvia: parece una ocarina del tiempo cuando la plena vigencia de los reductores de cabezas les hacía frecuentemente experimentar con híbridos de testas coronadas y ayahuasca y cola de chivo, hasta los famosos injertos de tzantzas y voluminosas anacondas come reses completas.
Dicen que záparos, yumbos o jíbaros regalaron al científico amigo de Plank este invento, si se puede llamar así al traspaso receloso y con pánico de un objeto que ellos mismo ayudaron a nacer, crecer y proliferarse en el mundo de los vivos.
Brilla con piel de batracio y es más resbalosa  que la cangagua del Panecillo en días de invierno.
Tiene una voz gelatinosa, de miasma, húmeda y con una extraña confluencia de cristal esmerilado y güishes-güishes, por eso dicen que inició sus sinfonías en la Calle de las Herrerías.
Para agotar la discusión, concluimos con la versión que establece, casi fidedignamente, que la Caja inició sus saturnales en la sinuosa calle de La Ronda y en las inmediaciones del Palacio de Gobierno.
Quienes lo afirman destacan su murmullo amenazador que se percibe a través de su glu-glu cavernario, y que no puede ser interpretado de ninguna otra manera, sino por el resbalar de la exteriorizada mala conciencia de los gobernantes que han pasado por Carondelet : en las noches de  plenilunio se oye y se ve arrastrar cadenas, son frecuentes las  procesiones de cucuruchos pidiendo piedad por los robos cometidos al erario nacional, los crímenes bancarios y de lesa humanidad van atronando el silencio y, con sus crímenes y fechorías, mesnadas de pelucones disfrazados de payasitos inofensivos espantan a todos los vivientes.
 Pocos saben que los chirriantes y espeluznantes ruidos que oyen, y que parece perseguir a cada viandante, son también los ayes y las quejas de multitudes que han sido objeto de engaño y demagogia por parte de los llamados Presidentes, Ministros o Políticos en todas estas décadas. Esta es la conclusión definitiva que optaron los investigadores de Acuario y la Línea no Solamente Equinoccial en su Cumbre de Tzantzas y Aparecidos del 28 de febrero último.
Este reloj zurdo mezcla malos y fingidos arrepentimientos y lamentaciones reales de los pueblos.
Como quiera que sea, los estudiosos ecuatorianos de los Objetos No Fácilmente Identificables (O.N.F.I.), institución que labora sin fines de lucro, consideran irrefutable la existencia de este objeto sonoro, de ninguna manera esférico, móvil, estático y a la vez inubicable.
Tomamos el Catálogo de O.N.F.I. y leemos algunos extractos:
Caja Ronca, voz de pantano, croar de rana, campana de muelle diminuto que la encontramos más allá de las paredes en noches de insomnio, de desvelo o pesadumbre. Variante o francamente descendiente de la Caja de Pandora de los griegos, la cual, como sabemos, después de ser vaciada por la imprudencia y la locura, sólo guardó en su seno la esperanza. La Caja Ronca, en cambio, de tanto desesperar, de tanto regalar, como manirrota, todos los dones de la confianza del pueblo en los magistrados, ministros, diputados, seudo-redentores, disfrazados con piel de oveja, se ha quedado con la voz panizada, con un silencio de loca, que de tanto gritar se le rompieron las cuerdas de la garganta. Bien adentro- y esto sólo es visible en noches carentes de luna- brilla la ira amarilla, revolucionaria, de los pobres que están reuniendo en un matraz el infierno total contra los poderosos.

Al contrario de los objetos de nuestra especialidad, la Caja Ronca se deja percibir aún dentro del día y no sólo en los bosques poblados de sapos- como el Florón Mandinga o la Uña de la Gran Bestia- y con escenarios de plenilunio. El tic-tac monótono, apagado de la Caja es sólo aparente, algunos lo consideran como un espejismo inocuo que atenta contra la columna vertebral de los débiles noctámbulos, pero muy pocos perciben la acumulación de fuerza, de esta especie de Clepsidra atómica que está embutiendo grano a grano todo el poder cataclísmico de un pueblo en busca de su liberación definitiva….

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¿Hasta cuándo?… P or Fabián Núñez Baquero 18/03/22   ¡ No más guerras por Dios! ¡ No más negocio...