viernes, 14 de septiembre de 2012

En la puerta del período escolar

Leer y escribir


En la puerta del período escolar
Ligeras reflexiones sobre la educación
Por Fabián Núñez Baquero
13/09/12

Son los días de la alegría y el estrés. Los niños y los jóvenes privilegiados que han alcanzado un pupitre para la enseñanza van engalanados para la fiesta del conocimiento a sus respectivos locales de estudio. Para la mayoría de profesores asentados en la rutina o en el confort, no es más que una mancha más al tigre. También tienen sus hijos a los cuales mandan a colegios particulares porque consideran una vergüenza la educación pública. Los dueños de colegios, escuelas y universidades realizan la cosecha: matrículas lo más elevadas posibles, pensiones adelantadas y abultadas e innecesarias listas de útiles escolares, con tal de que el umbral del período escolar se convierta en lo más jugoso posible y dure para todo el año.
Y los padres asustados y orgullosos, esperanzados y con el pánico de los gastos de ahora y del futuro, acompañan- si pueden, si la esclavitud salarial les da un cachito de respiro-a sus vástagos al primer día de clases. Es la misa en escena, el ritual consabido del inicio escolar. La pregunta del millón consiste: de cientos de miles de estudiantes que van al estudio ¿cuántos llegarán a ser estudiosos? ¿Cuántos usarán el cerebro para pensar, para usarlo como la temible herramienta de la necesaria revolución en el planeta?
Nótese que no preguntamos ¿Cuántos serán magister o máster o Phd o doctores o profesores o políticos. No. Hemos preguntado: ¿Cuántos usarán el cerebro para pensar? Pero no para pensar en cualquier cosa. No para hacerse ricos o más ricos. No para trepar en el escalafón social o para usar corbata en el bufete de abogado o la ostentosa ignorancia en el sillón presidencial. No. Para pensar en la necesaria revolución social en el planeta.
Talvez estamos pidiendo peras al olmo. En momentos cuando hasta instituciones que dicen enseñar filosofía eliminan la lectura, el análisis de textos, parecería una locura exigir que el alumno de esas instituciones se especialice en saber pensar. Es posible que debamos hacer una pregunta más de fondo: ¿la educación oficial, tal cual está programada en la actualidad- sea privada o pública- está diseñada para producir hombres de una cultura que revolucione las condiciones existentes ahora y las eleve a un estrato de calidad que modifique toda la sociedad?
Estamos convencidos de que al menos en la programación de los estudios se está trabajando al revés: es decir se está haciendo todo lo posible para confundir y someter a los jóvenes a una ramplona superficialidad y al ejercicio de la medianía soberbia, conforme de sí misma. Una joven comentaba- para iniciar un ejemplo- “¿De qué me sirve la “materia” de Seguridad ciudadana? ¿No les parece una estupidez eliminar las horas dedicadas a la enseñanza de lengua, física, química o matemáticas para utilizarlas en Seguridad ciudadana?” Un profesor me confesaba consternado: mientras me obligan a permanecer sentado ocho horas diarias- como perfecto burócrata de la educación, han disminuido drásticamente las horas de especialización, mientras les atiborran a los estudiantes con patrioterismo y enciclopedismo de feria de vanidades”.
Pero el régimen está interesado en instalar una enseñanza para profesionales de cuarto nivel.Antes la burocracia del magisterio accedía al tercer nivel mediante un oneroso gasto de al menos 6 o 7 mil dólares por maestría, sin que podamos garantizar la mínima dosis de pensamiento o de capacidad real que no sea la que sólo insinúa o determina el título. Hoy el gasto será el doble y con el mismo resultado. Lo afirmamos sin hesitación de ninguna clase. Para cualquiera que tenga sesos resulta un contrasentido esperar de los mismos responsables del estado de la educación actual que sean los que- de la noche a la mañana- y a través de sus propios alumnos, modifiquen o superen en calidad los resultados anteriores.
Los ciegos guiados por ciegos desean eliminar la ceguera de la generalidad cegata.

Definitivamente no es instaurando la cadena de los títulos de cuarta magnitud lo que garantizará la cualificación de la educación. Son los de tercera con los de tercera los que conspiran para auto titularse luego de cuarta y luego hacerlo con su compinche. La cultura y la especialización seria no tiene nada en común con los títulos alcanzados. Es más: hay que sospechar de los que detentan mayor cantidad de títulos. No es la mayor cantidad de títulos lo que determina la calidad cultural y especializada de una persona. Mientras más domesticado seas por la cultura oficial y por el sistema de educación actual,más superficial es tu perfil, tu esencia. Más ciego estás para la escuela real de pensamiento necesario. Un estudioso necesita solo un cuaderno borrador de 100 hojas, papel periódico, para anotar sus desarrollos, resúmenes, cuestionamientos, el nivel alcanzado en la comprensión de un texto de cualquier orden que sea: matemático, literario o biológico.1 El sistema de educación basado en el lucro planifica la conciencia y la actitud para el lucro. Y luego invierte los términos: El que más tiene es el que sabe más. Dime cuánto tienes y te diré cuántos títulos posees. La nomenclatura del sistema no averigua de dónde has poseído tanta riqueza así como no cuestiona el origen de tus diplomas. Y no estoy hablando solo de este país sino del sistema educativo capitalista mundial.
El sabio, así como el trabajador, sólo usa las herramientas necesarias y odia el desperdicio y la arrogancia. El obrero sabe que el martillo no tiene patria, es un invento universal, así como al lingüista no le interesa el idioma o la cultura vernácula en que se expresa un texto, sino el significado universal del lenguaje. Entre los malayo-polinesios existen más de 1.200 idiomas e igual número de culturas pero ningún idioma de ellos tiene la constancia serena y esforzada del trabajo y profundización de pensamiento como se dio entre los griegos. Ahora que vamos a terroformar a Marte u otros exoplanetas necesitamos de urgencia ser terrícolas y no oriundos de una cultura isleña o andina. El pecado original de la cultura actual es el nacionalismo absurdo, esa forma abyecta de arrodillarse ante los ídolos muertos de la aldea. El primer hombre que hizo pensar al resto y designó
un alfabeto ideográfico o semántico, se reveló contra el estancamiento en la caleta palustre o en la tiniebla de la caverna. El lenguaje es el inicio de la abstracción, del pentagrama de la Tierra. El músico lee y expresa la música de todos los continentes. El matemático sabe que las leyes del número y la cantidad se encuentran en las privilegiadas celdillas cerebrales de hombres a quienes no les preocupa su identidad nacional o la etnia o la seguridad o inseguridad en un mundo por demás azárico pero auto gobernado por sus propias leyes.

De modo que el nacionalismo es una trampa atrapa bobos para mantener la incapacidad y la onerosa ignorancia de los que gobiernan la sociedad. No existen ciencias naturales nacionales ni la física ni la química, ni los números, ni siquiera el propio idioma, se auto encarcelan en las fétidas murallas de un solo país, sea este cual sea.
El espíritu de la educación actual es contradictorio: por un lado es nacionalista y por otro elimina las especialidades para imponer un bachillerato pomposamente llamado de ciencia, aupando el diletantismo y destruyendo todo elemento de especialización. Se impone un saber vaporosamente enciclopédico y se anula el conocimiento real basado en el dominio de una técnica, de una especialización. ¿Qué clase de profesionales vamos a tener cuando no han iniciado su especialización por lo menos con dos o tres años de anticipación a la carrera universitaria? Las carreras serias duran toda la vida, no se dejan nunca de estudiarlas. En esencia, la lengua,la filosofía la matemática, la química, la biología, la historia y las ciencias naturales son disciplinas que deben ser señaladas como la base central de la educación actual. Todo hombre culto debe por lo menos entender sus bases y los profesionales saber una de ellas a cabalidad y también las otras de manera básica.
En medio de todo la lengua es el centro del desarrollo de los pueblos. Pueblo que no lee de verdad, que no tiene hábitos de lectura y de pensamiento, tarde o temprano irá hacia el abismo. Y en esta hora es la biología la ciencia que preside el proscenio del conocimiento científico. Y toda ciencia debe ser acompañada de la filosofía, de la reflexión sobre la totalidad.
Ni el patrioterismo educativo, ni la permanencia de burócratas de la educación permaneciendo ocho horas diarias en sus establecimientos, ni la condescendencia y lisonja o el facilismo con los estudiantes, ni el ascenso de temas intrascendentes a la escala de materia o especialidad, ni por supuesto la existencia de pedagogos vagos o incapaces, anclados en el siglo del humo, podrán subsanar la mala calidad educativa. Y, por supuesto, tal como lo afirma la extraordinaria pedagoga sueca, Inger Invest, no debemos confundir entre lo que es una entidad educativa y lo que es un organismo de beneficencia. No es el dinero el que debe pagar para otorgar título a la ignorancia, y no es la arrogancia profesoral la que debe frenar el desarrollo de la inteligencia y la capacidad real de los más pobres. No es la piedad o la demagogia la que debe suplantar al trabajo necesario del alumno por conseguir conocimiento y afirmarlo: no se debe confundir entre equidad para dar oportunidad de estudio para todos, con dar notas altas y títulos a los menesterosos de cultura solo por serlo. Ni peor todavía admitir el odio racial de ciertos profesores como medida de valor o de evaluación de los estudiantes. Debemos anular tanto el racismo de ida como el de vuelta, tanto el del indígena al mestizo y viceversa. Y sobre todo, no permitir que haya profesores que divulguen errores o ignorancia y obliguen a aprenderlos a sus alumnos porque lo que se aprende como alumno se divulga y aplica después en la sociedad global.

1En contraste,el sistema acosa a los pobres jóvenes con doble filo: El estado, con sus textos gratis, le condiciona a la mediocridad nacionalista, y la educación particular le atiborra de textos y cuadernos, material que no utilizará ni siquiera en el 1% pero que cumple doble fin: enriquecer a los mercaderes de la educación y dar estatus a los jóvenes de la pequeña y alta burguesía.

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