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René Magritte
¿Qué
significa educación de calidad?
(Pensando
a través de textos “educativos” del gobierno)
Por
Fabián Núñez Baquero
¿Qué
es lo que piensa el régimen correista sobre lo que considera calidad
en la educación?:
El
ministerio de Educación estima entre los denominados “estándares”
a la denominada calidad. Pero veamos cuál es su concepto de
calidad:
¿Cuándo
se puede afirmar que la educación es de calidad?
El sistema educativo será de calidad
en la medida en que dé las mismas oportunidades a todos, y en la
medida en que los servicios que ofrece, los actores que lo impulsan y
los resultados que genere contribuyan a alcanzar las metas
conducentes al tipo de sociedad que aspiramos para nuestro país.
El Ministerio de Educación a través
de sus distintos programas y proyectos trabaja para brindar una
educación de calidad.
En
su portal virtual, en el capítulo de Educación Básica, título
“Estándares”,El Ministerio de Educación dice que el sistema
educativo será de calidad en la medida que dé oportunidades a
todos. Una intención loable, pero el dar oportunidades a todos,
se transforma en una medida de valor de la calidad educativa. La
calidad está sujeta no a un modelo de elevación o exactitud de
conocimientos, sino a una forma ética o filantrópica de otorgar la
oportunidad de educarse a todos. Pero tener la oportunidad de
educarse, es una posibilidad que, al concretarse, bien puede
significar una educación buena, mala o mediocre. Por lo que no
podemos definir una educación de calidad por la posibilidad
de dar educación a todos. Además, al sustantivo abstracto calidad
se lo ha adjetivizado,
robándole toda una gama de rangos que empobrecen el conocimiento de
la escala de propiedades- en este caso- educativas. Ahora, en el uso
que lo da el Ministerio y el propio presidente Correa, el adjetivo
calidad es una masa
amorfa y única que no significa nada. En la práctica, cada
afirmación de Correa de que la educación será de calidad,no dice
nada y veamos cómo y cuánto hemos perdido con ese tratamiento
ignaro del lenguaje. Veamos la escalera de la calidad: En la escala
de valores óptimo es
aquello que tiene suma bondad, rendimiento y perfección; excelente,
que sobresale en bondad, mérito y estimación; bueno, que tiene
bondad y es útil para un propósito; muy bueno,
que en extremo posee esta utilidad. De hecho, de alguna manera el
adjetivo superlativo,
comparte con óptimo
su nivel de calidad. Y saltándonos un poco, el adjetivo mediocre
significa, según el diccionario, en su primera acepción, de calidad
media.
Lo
mínimo que podamos pedir cada vez que Correa hable de educación
de calidad es, decirle,
preguntarle comprensivamente: sí, está bien, ¿pero qué tipo
de calidad señor presidente? Lo
mismo podemos decirle, así, comprensivamente a la Ministra Gloria
Vidal: sí, está bien, ¿pero qué tipo de calidad
señora Ministra?
Si
los rangos de calidad existen y se los comprende a través de los
adjetivos correspondientes es porque en la realidad humana hay
diferencias de calidad real entre cada individuo y otro, en el nivel
de saberes entre las personas. El nivel del Presidente y del
Ministerio, en este caso, al no acertar a comprender la escala de
valores de la calidad, no alcanza ni siquiera la calidad media. Es
decir, ni uno ni otro alcanzan siquiera la categoría de mediocres.
Todos
conocen que en el proceso educativo el profesor puede ser excelente,
cumplir con su trabajo de educar, pero el alumno, si no se esfuerza,
si no contribuye a la meta de aprender, no contribuye a este proceso
y no transforma la educación impartida por el profesor en parte de
su bagaje cultural y educativo, no se educa. Entonces, una
educación bien impartida por el maestro no ha alcanzado su objetivo.
Pero bien puede suceder al revés: un alumno inteligente, con ansias
de aprender y ser mejor, se encuentra con un profesor que no le
enseña, que no cumple adecuadamente con los temas o disciplina a su
cargo, o que no corresponden a la necesidad de una educación actual,
por lo que tenemos un profesor que no educa, que no enseña.
Entonces veremos que tampoco se cumple la tarea educativa, que hasta
el momento no sabemos qué sea: si mediocre, si mala o si de calidad.
Pero esta vez por falta del maestro. Entonces el tener oportunidad de
estudiar no es un rasero que mida el tipo de educación que recibe o
deba recibir un estudiante.
La
primera conclusión que sacamos es que sólo para cumplirse el rol
educativo es necesario un maestro que cumpla con su función de
enseñar y de un alumno que cumpla la suya de aprender. Un estudiante
aprende y un verdadero profesor enseña. Lo primario
es la transmisión y recepción de conocimientos. Y estas funciones
nada tienen que hacer con la posibilidad que el estado o el correísmo
otorguen a todas las personas el derecho, la posibilidad de educarse.
Ni, peor aún, que esta posibilidad determine ipso facto la calidad
mediocre, excelente u óptima de una educación dada.
Pero
todavía no sabemos cuáles sean los requisitos para categorizar de
calidad a una educación, que en el lenguaje impropio del
Ministerio de Educación significaría una educación de calidad
óptima, porque, como hemos visto, las hay de calidad mala, muy
buena, buena o excelente. Estas gradaciones de calidad están incluso
sujetas a la evaluación normal en las notas respectivas que al menos
hasta el momento se han venido dando. Ahora sabemos por qué decimos
que el Ministerio utiliza un lenguaje impropio, no adecuado ni culto
cuando utiliza la palabra calidad como sinónimo de óptimo o
excelente. Según el diccionario la palabra calidad
significa, en su más importante acepción: “Propiedad o conjunto
de propiedades inherentes a algo, que permiten juzgar su valor”.
Por lo tanto el Ministerio correista al decir que busca una educación
de calidad comete una petición de principio, es decir, pone como
antecedente lo mismo que no ha probado todavía, que no ha definido.
El correismo, a través de su Ministerio de Educación, no entiende
ni el sustantivo abstracto calidad ni, por consiguiente, las
propiedades para asignar las calidades de excelencia, buena o mala
al fenómeno educativo.
Pero
talvez sea importante atender a sus afirmaciones siguientes, la
calidad también
estaría determinada por: “y
en la medida en que los servicios que ofrece, los actores que lo
impulsan y los resultados que genere contribuyan a alcanzar las metas
conducentes al tipo de sociedad que aspiramos para nuestro país.”
Tanto
los actores como los servicios y hasta el tipo de calidad que ofrece
estarían determinados por el
tipo de sociedad
a la que el correismo aspira. ¿A qué tipo de sociedad aspira el
correismo? Si creemos a declaraciones emitidas numerosas veces por
Correa, él desea una sociedad en la que todos sean pequeños
empresarios, una mediana sociedad capitalista. Es una aspiración
mediocre pero consistente. Pero, a la vez, él dice ser socialista,
entonces colegimos que su tipo de sociedad es la socialista. En el
primer caso consideramos impensable una sociedad de empresarios
capitalistas porque si todos lo son,¿entonces quiénes serán los
obreros explotados? Si alguien gana, alguien tiene que perder. En el
segundo caso, el socialismo es la eliminación de la propiedad
privada de los medios sociales de producción y esta tesis
fundamental, y su práctica correspondiente, no es- hablando en
serio-, del agrado de Correa y los correístas.
En
un proyecto de una sociedad de empresarios la educación de calidad
óptima sería la que ponga en primera línea el lucro, el carácter
de emprendedor, de vendedor o banquero de los estudiantes que se
preparan para hacerse ricos. Necesitan ser excelentes negociadores
para acumular plusvalía y capital a expensas, naturalmente, de la
pérdida de alguien o el hambre de otros. Y para cumplir este sueño
dorado hace falta educadores capitalistas. Y la resultante óptima
sería, una educación para generar empresarios en masa. Entonces,
honestamente, el Ministerio de Educación debería afirmar
tajantemente- si este es el caso- “nuestra meta es una excelente
sociedad capitalista, para lo cual nuestros recursos materiales y
maestros están al servicio de esa excelencia, y la educación real
cumplirá ese rol al transformar a cada educando en un capitalista
real.”
Pero
si es el otro caso; entonces, el estudio será encaminado a la
formación de hombres productivos- como lo señala el ideal
socialista-, cuyo énfasis sea en la especialización, a la vez que
no se desligue de la globalización del conocimiento, que realicen el
trabajo de comprender, entender para transformar toda la sociedad
basada en la riqueza en una fundamentada en el conocimiento y en el
reparto de los bienes por igual. El fin de este tipo de educación
sería cultivar personas para laborar en los niveles más altos de
eficacia y productividad puesto que el modo de producción socialista
se supone más elevado que el capitalista. Entonces la declaración
del Ministerio tendría que ser otra: “Nuestra meta es realizar una
sociedad socialista donde todos produzcan para todos, no exista
propiedad privada de los medios sociales de producción y donde cada
educando se prepara para la transformación global consistente en el
eslogan comunista: “A cada cual según sus necesidades y de cada
quien conforme a sus capacidades.””
Sinembargo
en uno u otro caso se necesita que el alumno cumpla su función de
aprender y el maestro de enseñar. Porque la vagancia de maestros y
alumnos o su incapacidad no se dará sólo en la educación para el
capitalismo sino también en la educación para el socialismo. El
objetivo de una educación dada no elimina los altos y bajos, los
desniveles en la capacidad y la tendencia de los hombres. En uno y
otro sistema nos toparemos con trepadores y oportunistas, con vagos e
inteligentes, con capaces y discapacitados y todas las gamas de
calidad y matices de comportamiento..
Los
hombres no son iguales en su habilidad e inteligencia, en sus
tendencias, entonces ¿por qué nuestra educación debe soñar la
utopía mayor de que todos los hombres tengan una educación óptima?
Sea que la educación se enfoque al socialismo o al capitalismo, es
natural que debamos plantear el más alto reto de eficacia y calidad.
Pero los maestros son hombres y, por lo tanto operan conforme a su
capacidad: excelente o mediocre, buena o muy buena. Lo mismo los
educandos.
Un
hombre puede responder 1000 preguntas en todas las materias de un
pensum dado sin dejar de ser un necio o un incapaz. La diversidad
humana- la maravilla de la especie- no debe- ni puede- ser
robotizada. Las notas en cualquier disciplina son diversas, como
diversas son las tendencias y las destrezas humanas. Mi tendencia, mi
destreza esencial no la pueden saber el Senecyt en dos o tres semanas
y, a veces, ni siquiera en muchos años los malos psicólogos
educativos. Nadie debe darme pensando y obligarme a seguir la carrera
que puedo elegir por mi propia cuenta. La educación excelente será
aquella que sepa estudiar mi tendencia y verdadera capacidad y
ubicarme donde seré más eficaz.
Una
educación de calidad excelente es aquella que se propone transformar
a las personas en un proceso desigual y combinado de diversas
tendencias y especialidades, en las cuales unos empiezan siendo de
entrada muy buenos o excelentes alumnos, pero otros pueden- si
quieren y si trabajan- llegar a ser tanto o mejor que aquellos. Desde
luego que los que pasan un examen no son los mismos ni pueden- por
compasión o lo que sea- ser equiparados a los que no han estudiado o
no están realmente a la altura de la disciplina. Y desde luego, no
siempre los mejores son los que aprueban un examen. Y esto no quiere
decir que no se los tomen, porque ellos son un ejercicio más de
conocimiento.
Los
educadores deben tender hacia la excelencia, igual que los alumnos,
pero la misma naturaleza social nos diversifica en los niveles. Las
notas son una pauta aproximada en esa diversidad. La competencia no
debe ser por las notas sino por ubicarme donde soy el mejor. No
quiero un diploma, un masterado, sea de tercera o cuarta clase, que
haya conseguido con dinero o por compasión. La educación debe ser
gratuita y totalmente libre. Ojalá haya gente libre que quiera
estudiar y gente libérrima que desee enseñar. No una educación
para ganar un puesto o tener un ingreso económico mayor, una
educación para ejercer mi vocación, para vivir de lo que más me
gusta hacer. Una educación de respeto al conocimiento y no de
humillación ante el poder del dinero o del gobierno.
2 comentarios:
Gracias por compartir tu talento y conocimientos, muy bueno el ensayo la educación y el mundo necesitan mas cabezas como la tuya.
Gracias por tu mensaje, sé que tú eres esa otra cabeza necesaria
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