Cabeza del Modernismo en Ecuador
Los Hermes, poetas del misterio y de la gloria
Por Fabián Núñez Baquero
12/04/21
... Al cielo,trono azul de la suprema calma,
levanta el poeta sus dos brazos piadosos
y los resplandecientes fulgores de su alma
le borran la visión de los pueblos furiosos….
Sed bendito, Señor, que dais el sufrimiento
como el santo remedio de nuestras impurezas,
esencia misteriosa y divino fermento
que anticipa a los santos las eternas bellezas.
Yo sé que al poeta guardáis un lugar
en las filas armónicas de vuestras santas legiones
y que a la divina fiesta le invitáis a cantar
con Tronos, Virtudes y Dominaciones…
...Yo sé que es el dolor la única nobleza
que el infierno y los hombres jamás corromperán,
yo sé que mi corona de mística riqueza
todos los tiempos, todos los mundos forjarán...
Charles Baudelaire Flores del mal- Bendición – fragmento
Traducción de Sergio Núñez Santamaría
¿Pero que significan estos versos magníficos ? Pertenecen a Charles Baudelaire,el llamado Dante de la decadencia. Podría el imperio francés estar en su ocaso,no obstante,como el sol poniente entrega su postrero y rico esplendor,su poesía en ese momento estelar,su literatura, será la mayor conmoción en el planeta.
Cuesta creer que este poema fuera escrito por el mismo poeta maldito y diabólico llamado Charles Baudelaire, quien fuera enjuiciado y sentenciado por atentar contra las buenas costumbres y contra la moral pública por publicar su extrañamente rebelde y bello libro titulado Las flores del mal. Un profundo místico se escondía tras su musculatura vociferante, y el burdo,grosero jurado no pudo ver su fuerza estética edificante. El hecho de que fuera traducido por un Hermes como Sergio Núñez Santamaría tiene un valor añadido para nuestra literatura.
Hace doscientos años- un 9 de abril de 1821- nació el poeta francés Charles Baudelaire, el virtual fundador del simbolismo y el modernismo. Este poeta que fue cerebro y parte de los llamados Poetas Malditos en la saga literaria francesa, marca la era de la poesía y literatura modernas en el mundo. De alguna manera se puede decir que todavía vivimos de su luminoso legado artístico. Baudelaire es un faro portentoso en el escenario vasto de las eras imaginarias.
Y, a la vez, y como proyección de este trascendental suceso, aproximadamente estamos a un centenario del surgimiento y operación en la década del 20 del siglo pasado del grupo literario Hermes de Guayaquil, Ecuador. Los dos son acontecimientos memorables para la literatura, en especial, la poesía. Y los dos eventos están claramente vinculados aunque sus protagonistas se hayan encontrado con un océano de por medio y a pesar de no saber unos de otros y de no hablar el mismo idioma. Solo el arte y el pensamiento unen de verdad a los pueblos. Y esto a pesar de que en los últimos tiempos las personas tiendan a hacer caso omiso de fechas como estas que establecen hitos históricos y delinean la continuidad de la cultura.
En
el Ecuador,que había pasado por su gloriosa revolución burguesa de
1895,cuyo epílogo trágico será el asesinato de Alfaro y sus
generales en 1912,se iniciaba,como un apaciguamiento estético,la
aparición del modernismo.
Mientras
ahora las noticias y la publicidad viajan a mayor velocidad que la
luz, difundiendo sucesos y hechos que hasta pueden carecer de
importancia, en el siglo pasado la cultura se tomaba su tiempo,
sedimentaba lentamente eventos y personajes que acaso necesitaban un
nivel de propaganda adecuada. Talvez por eso
los Hermes no fueron
nombrados en los anales literarios del Ecuador, pero existieron y lo
sabemos gracias a uno de sus integrantes, quien, como buen escriba,
lo consigna en su libro de memorias.
El autor de Flores del mal , así como los poetas malditos, en especial Verlaine y Rimbaud, son acaso los poetas que procrearon – sobre todo a través de la increíble obra de Rubén Darío- a los modernistas en el Ecuador, en especial al clan de los poetas que llamaron a posteriori Decapitados y a los Hermes. De los Decapitados se conoce mucho porque constan en los anales literarios, aunque su nombre fue una nominación posterior creada por el periodista y crítico literario Raúl Andrade. No así de los Hermes, agrupación cuya referencia solo la encontramos en el libro de memorias inédito de Sergio Núñez Santamaría intitulado Los ríos del tiempo.
Mientras de los Decapitados no podemos afirmar que fueron o funcionaron como grupo, de los Hermes no podemos decir lo mismo, puesto que hasta su nombre es una invención y decisión de ellos. Al menos así nos lo hace saber este libro que de por sí engloba no solo la rareza de la escritura, personajes y hechos, sino que su trayectoria es un milagro de supervivencia. 1
De él he tomado la legendaria silueta de los Hermes y su decurso casi evanescente. A más de esto he tenido en cuenta la memoria y la referencia oral, así que, con estos elementos, trataré de reconstruir más o menos los hechos.
Nunca pensó Enrique Segovia, el poeta verleniano, que iba ser en la práctica un memorando amical de los
Hermes cuando llegó a la casuca de Sergio Núñez Santamaría, sita en el barrio de la Magdalena en Quito. Era un jayán de dos metros de altura y con un soberbio rostro de emperador huancavilca un poco venido a menos, es verdad, por la normal erosión de la vida paradisíaca del puerto y los castillos heroicos artificiales. De alguna manera la visita era una retribución de otra que antes Núñez había realizado al poeta Segovia en el Puerto.
Solo que ahora el pretexto era heráldico, Segovia venía con el decoro del artista, que siempre lleva un símbolo de su quehacer a mano para exhibir su capacidad de bardo o soñador activo. Esta vez Segovia traía un poema épico: era el mismo que su compañero, el ilustre Fálquez Ampuero, había considerado en el grupo, en público, un gran poema, tan lacónico como definitivo era él y su criterio: gran poema. Núñez, ya se encargaría de publicarlo en el libro antológico que por entonces todavía no preparaba: Los 100 mejores poemas ecuatorianos, antología que apareció una década después de esta visita.
Estábamos a mediados de la década del 50 del siglo pasado. Segovia y Núñez se veían a los años. Pasaron de los preliminares más o menos obvios y familiares a los recuerdos del arte, de la poesía, sus héroes y sus víctimas. Los dos conocían exactamente el significado material de héroes y víctimas, en poesía al menos. A los dos les hermanaba Baudelaire, Mallarmé y Verlaine, la vida y la poesía. Bien sabían que eran acaso los más modestos del grupo, pero eran Hermes, eso nadie les podía quitar. Y hablaron como Hermes que eran y recordaron los primeros días, con la misma parsimonia o acaso secreto heredados del dios y poeta griego.
Parece que Aurora Estrada, fue la entusiasta gestora y coordinadora, y eran acaso los días finales de 1920. Había pasado poco tiempo de la trágica muerte de Medardo Ángel Silva ( MAS ),con su séquito de dolor, asombro y de misterio. Talvez por eso, porque deseaban que el gran bardo guayaquileño sobreviva a la muerte, se apropiaron con gozo y misterio del nombre de Hermes porque este dios, igual que Orfeo, tenía libre ingreso en el Hades- el infierno griego- y porque había inventado la lira y la zampoña, instrumentos muy caros a los aedas.
Hermes era la deidad numinosa de lo secreto, de lo oculto, de la inmortalidad y de la invención poética. Decir que era mensajero de los dioses era una manera de reconocer su don de vaticinio y creación. Así como asignarle la invención de lira y zampoña era reconocerlo como poeta. Pero también Hermes era el dios que había juntado, en extraña fusión y bajo su advocación mística, las culturas griega y egipcia, y no olvidemos que el maestro mágico, autor de los Poemas saturnianos, así como el mismo maestro traductor de Poe al francés, tenían pasión por lo vedado y mistérico.
Había por tanto un clima esotérico que la agrupación aceptaba y además, y sobre todo, por su adherencia a los gustos culturales de sus maestros a quienes respetaba y traducía. Aunque los Hermes oficialmente surgieron después de la muerte de MAS, algunos de sus integrantes aparecían ya compartiendo tribunas literarias y medios periodísticos con los Decapitados.
Quizás sea necesario destacar la obra de un raro integrante del grupo, me refiero al parnasiano Francisco J.Fálquez Ampuero: era un poeta mayor que ya por ese tiempo había publicado Mármoles lavados, Rondeles indígenas y que después será reconocido por su gran poemario Gobelinos . En este libro en particular destaca su prólogo dedicado al estudio de las eras imaginarias de la humanidad, el avance de la ciencia y el progreso, así como consolida su conocimiento del parnasiano José María de Heredia. Fálquez, quien fuera embajador del país en Bélgica, fue, además, un gran traductor de literatura francesa y del poeta cubano francés Heredia. Y él mismo un ilustre poeta parnasiano. Hizo un trabajo tan considerable de asimilación y traducción de la literatura gala que ni siquiera el gran traductor poeta Jorge Carrera Andrade, años después, pudo superarle.
Era el tiempo cuando el francés reinaba como el idioma cultural por excelencia,y de la misma diplomacia universal. La poesía y la literatura francesas se encontraban en el pináculo de su gloria. Por cierto Decapitados y Hermes leían a Baudelaire, a parnasianos y simbolistas,en el original. El mismo MAS en sus artículos literarios citaba muy a menudo en francés. Si bien el imperio estaba en decadencia,la cultura francesa dominaba el mundo y París constituía el faro universal codiciado por escritores y artistas. Por eso las traducciones afirmaban esa realidad y enriquecían las culturas locales tanto de Europa como de América.
Son
ejemplares las traducciones de Fálquez
Ampuero, las de Miguel Ángel Granado y Guarnizo y
de jacinto
Joaquín
Pino de Icaza.
Incluso
Sergio
Núñez – décadas
después-publicó luego en 1956, en su libro La
Poesía que vuelve,
traducciones suyas de Baudelaire, como El
Albatros, Bendición,Correspondencias, Caín
y Abel.
Los
que podían,como Miguel
Augusto Egas Miranda (Hugo
Mayo)
y Fálquez
Ampuero,viajaban a la patria de Verlaine o Rondembach. París
y Francia eran- gracias al portentoso desarrollo de la imaginación
de
la poesía
simbolista,
la Meca de la literatura universal.
Decapitados
y Hermes disponían de medios publicitarios como las revistas
Síngulus
y Proteo
y
a la vez de los Jueves Literarios del Diario El Telégrafo, sobre
todo
Medardo Angel Silva, quien era el joven genio que dominaba el mundo
literario de la época. Pero los Hermes disponían de notables
ensayistas como Pino de Icaza, de quien decía Núñez que había
escrito
el mejor ensayo sobre MAS que él conocía; Granado y Guarnizo fue
un agudo ensayista
y también
traductor,
y
Aurora
Estrada era la poetisa reconocida y amada; y luego, además,
los que luego
se
integraron.
La
pléyade de artistas citada
por Núñez es
numerosa y de altura,sin que falte el elemento encantador de las
mujeres,del que carecieron Los Decapitados. Su inclusión para la
época es un factor de progreso y orgullo,al menos así lo deja notar
su cronista,autor de Aurora Boreal,al que dedica un soneto Aurora
Estrada,como homenaje artístico. Solo
el poema de Aurora Estrada es de por sí un precioso hallazgo y
recuerdo.
Pero dejemos que el
propio autor de Los ríos del tiempo describa
a los
primeros
integrantes del grupo y el
poema de Aurora Estrada.
...Enrique Segovia, poeta verleniano, el no menos notable prosista Alfonso Rubén Irigoyen. Así se poetizaba por esos días .Nos hallábamos en locura modernista. Y por otra que fueron muchos los que de buena pasada engrosaron el curioso grupo: Francisco J. Fálquez Ampuero, Remigio Romero Y Cordero, Ricardo Darquea, Leopoldo Benítez Vinueza, Joaquín Pino de Icaza, el Benjamín del grupo, Miguel Ángel Granado y Guarnizo, Miguel A. Barona y el que renueva estos recuerdos. No podían faltar las mujeres: la propia Aurora Estrada, Zaida Letti Castillo y dos o tres en algún confín lejano con quienes cambiábamos dedicatorias y poemas . No me incita la vanidad, sino el mejor brote poético de la Estrada momentáneamente entusiasmada con el libro exornado con la carta de Salvador Rueda, el brote fue el soneto que lo transcribo:
EN ESTA NOCHE SANTA
Al ilustre poeta de “AURORA BOREAL" Sergio Núñez, íntimamente.
i Qué dulce paz divina bajo la buena luna,
bajo su casta lumbre cuánta serenidad!
Nadie podrá esta noche acariciar ninguna
oscura idea indigna de su azul santidad.
La ciudad me parece una ciudad ya muerta;
de su reposo brota tan extraña quietud;
es que tal vez en lo alto hacia el mundo está abierta
una mano sagrada con piadosa actitud.
Flota un vago perfume de rosal florecido,
un piano sollozante llena el aire dormido
de un dolor infinito que no puedo expresar.
Yo siento suavemente que mi perenne angustia
en esta noche santa como una flor se mustia,
y muy bajo me digo : Ah si pudiera amar !
AURORA ESTRADA.
En Guayaquil 13 de Enero de 1921.
Aparte esta primicia literaria, es evidente que hay nombres que luego pasarán a la historia como notables poetas y escritores, a más de la misma Aurora Estrada, la imán que aglutinaba al grupo. Nos referimos a Remigio Romero y Cordero, quien luego será autor de libros de excelencia épica como Romería de las Carabelas, La Quiteida y de poemas líricos inolvidables como Elegía de las Rosas, Él era un hombre raro… Leopoldo Benítez Vinueza será después el autor de la gran novela Argonautas de la Selva. Y el mismo Sergio Núñez Santamaría, devendría en novelista del bandidaje ( Árbol que no da fruto ), que fuera llevada al radioteatro por Edmundo Rosero Espinoza, y precursor del indigenismo ( Novelas del páramo y la cordillera ). Hugo Mayo, rapsoda muy adelantado para la época, derivaría en poeta de la corriente de Bretón y los surrealistas. No faltará quien rebase las fronteras más allá del verbo, Miguel Ángel Granado y Guarnizo, siguiendo al parecer las huellas de Orfeo y Eurídice,la poesía, es el único que se perderá en el archipiélago de las sirenas…
Los Hermes no tuvieron un MAS, pero es evidente que, con singular originalidad, supieron trabajar y soñar en el plano poético y literario y dotar al país de una representación de alta tesitura en el concierto de las naciones.
Sólo el genocidio del 15 de noviembre de 1922 y la llamada revolución Juliana de 1925 ,serán los heraldos de un enérgico viraje de nuestra valiosa literatura modernista hacia la vigorosa,fecunda generación del 30.
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