De instante en instante
Por Fabián Núñez Baquero
07/09/20
Uno de los factores diferenciales de la filosofía oriental, con respecto a la de occidente, es la percepción del tiempo, la insistencia en tomar en cuenta el presente, y más que éste: el instante. Ya antes que el Zen,el Karmayoga insiste en la noción, en apariencia simple, de vivir de instante en instante. Cada cosa, con amor, hay que realizarla en su momento, como si de ello dependiera la existencia del mundo. No hay prisa y tampoco hay pausa, pero sobre todo insiste en la existencia de dar lugar a la acción serena y detenida que exige cada obra, cada realización del tiempo.
El tiempo hay que desmenuzarlo, tal cual para el alimento adecuado hay que masticarlo bien para el bienestar de la función nutricional y para el regocijo y relax del espíritu. Anclado en el presente el hombre debe degustar cada segundo, cada acto, sin pensar en el pasado ni en el futuro. Cada día trae su propio afán, sentencia la Biblia, que es también parte del pensamiento oriental.
La filosofía y la vivencia occidental se destacan por la previsión, la anticipación de lo que viene: es, ante todo, la disposición a prever las nuevas causas y los efectos en el mañana. Es una posición del conocimiento científico que es muy bueno si tenemos que tratar con causas naturales o elementos que no involucran la sensibilidad humana. Pero quien conoce el futuro tiene tendencia a desesperarse, la angustia y la ansiedad son producto del conocimiento anticipado de lo que supuestamente va a venir o sucederá mañana. Y más si se trata de que se cumplan los objetivos planificados de antemano, o saber a ciencia cierta que nos ronda un peligro como el virus Covid 19, por ejemplo.
Talvez de manera oscura e instintiva el mito de Adán y Eva, al establecer el conocimiento como el fruto más dañino del árbol prohibido, se adelantaba a ver los peligros de la tensión emocional que implica el saber. Y es la Biblia la que elogia la ignorancia de los hombres sencillos, antes que la sabiduría de los sabios. No estamos de acuerdo con esta concepción porque niega la cualidad más alta del conocimiento y sus cultores, pero en cuanto a mantener el equilibrio emocional, se acerca a la posición de vivir el instante del Zen y el Karmayoga.
Cada ser de la naturaleza vive de instante en instante, realiza su trabajo, su acción sin pensar en el mañana, incluso aunque se trate de actos que involucran la propagación de la especie o su mantenimiento; se llevan a cabo como un acto jubiloso del momento. La filosofía real niega la función teleológica como atributo de las especies y, en general, de la materia. Cada ser es lo que es y hace lo que hace porque sí, porque así es su esencia, su manera de ser. Y esto incluye a los virus como el Covid 19. Los seres naturales no poseen intencionalidad ni sana ni malsana, menos un virus, que es un ser en camino entre lo inerte y lo vivo, un zombi natural. Como todos los bacilos, bacterias y virus hace daño y muy serio, ni más ni menos como en épocas pasadas, donde pandemias de peste negra o gripe, diezmaron la población de Europa, o de América,con la Conquista.
La diferencia es que ahora poseemos más conocimiento, más conciencia, más previsión. Nuestra tendencia a la ansiedad es producto de nuestra previsión. Mientras mas retrocedemos en el tiempo es la ignorancia de los procesos naturales lo que protegía al hombre del estrés . Ahora sabemos demasiado y la carga de la angustia es superior. Se puede establecer una relación cuantitativa: mientras más ignorante es un hombre menos sufrimiento padece. Su sistema inmunológico es más fuerte porque no tiene preocupación ni sabe en realidad lo que puede sucederle. Así se explica los comportamientos de un Trump, un Bolsonaro o un López Obrador. Y no solo de ellos, sino de millones de seres humanos en diversos países.
La ignorancia hace feliz a un hombre,pero su Edén es de doble filo: puede durarle demasiado poco, y lo que es más penoso,ignora de dónde le viene ella o su infortunio. No puede conscientemente reproducir la una o el otro. Ni siquiera entender cuál ha sido el proceso. La previsión es más beneficiosa porque además de conocer le permite curar y establecer reglas que a la final alargan su proceso vital. Hacer que el PH de su cuerpo se mantenga alcalino para anular la acción del Covid, por ejemplo.
De hecho se puede unificar la filosofía del instante en instante con la de la previsión: la primera nos ayuda a eliminar la presión de la ansiedad y la segunda, a utilizar el conocimiento para nuestro beneficio. La primera fortifica nuestro sistema inmunológico y la segunda no solo nos protege con las armas del saber y la ciencia, sino que, en última instancia, nos hace mantener la salud y el equilibrio mental y físico. En el caso del Covid 19,eliminar el estrés es decisivo: desgranar el tiempo de instante en instante, procura paciencia, serenidad, purifica nuestros sentidos, nos da paz y fuerza.
Escribir, pintar o escuchar música clásica, o practicar una rutina de silencio, nos procura el temple apropiado para alcalinizar cuerpo y mente. Y si esto no es posible, cada acción de trabajo en la casa o fuera de ella debe ser ejecutada como si fuese un acto religioso de servicio y entrega a los demás. Así lo aconseja el Karmayoga, el milenario yoga de la acción.
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