jueves, 31 de julio de 2008

Catástrofes naturales y catástrofe histórica


Por Fabián Núñez Baquero
25/07/2008


El hombre y la naturaleza se están desperdiciando…Se están destruyendo inútil, baldíamente… Son expresiones, fragmentos de pensamientos que se nos ocurren con una frecuencia cotidiana y calenturienta, como seguramente le pasaba a Galileo cuando repetía, casi sin preocuparse mucho de que la espada de Damocles de la Santa Inquisición pendía sobre su cuello:, pero la Tierra se mueve…
No es una preocupación baladí ni dictada por un insomnio crónico, todos los días meditamos fustigados por el látigo de la evidente destrucción causada por las catástrofes naturales y, más todavía, por el desastre del modo de producción capitalista. Y eso que por ahora vamos a dejar de lado el hecho incontrovertible de que- en cierto grado- este mismo modo de producción es el responsable de muchas de las catástrofes naturales.
Necesitamos de un nuevo Picasso para que nos pinte un Guernica contemporáneo y así alcanzar a comprender los niveles de pesadilla y desintegración de la naturaleza y la humanidad a los que hemos devenido casi inconsciente e irresponsablemente. ¿Cómo explicar de una manera razonable y seria el hambre de millones en todos los continentes cuando disponemos de enormes recursos alimenticios y productivos para que nadie, absolutamente nadie padezca de hambre? Podemos construir gigantescos paneles de recolección de energía solar en desiertos como el Gobi, Sechura o el Sahara, para resolver el problema de utilizar energía solar en lugar de electricidad o petróleo, pero no, la codicia de unos pocos capitalistas descerebrados les lleva a destinar inmensas extensiones de cultivos de maíz para producir etanol y engordar su ya de por sí obeso bolsillo acumulativo. La consecuencia es el hambre.
El hambre, como lo decía Marx, no es resultado de la falta de recursos, sino, por el contrario, de exceso de riqueza acumulada en pocas manos.
Todos los efectos combinados de los ciclones, tormentas, y erupciones volcánicas no consiguen la altura de aniquilación humana que logra el sistema de nación-estado, con su régimen de aduanas, visados, impuestos, xenofobia, persecución de emigrantes, y políticas y burocracia estatal para hacer imposible la vida de los humildes trabajadores, quienes- nuevos Judíos Errantes- recorren el globo en busca de un trabajo con salario decente que les permita sobrevivir ellos y sus familias.
A Barak Obama o a M’cCain- candidatos a ser los futuros Calígulas del imperio, les importa un centavo el destino de los millones de emigrantes que han enriquecido a EEUU. Sarkozy en Francia y Berlusconi en Italia ya han comenzado una verdadera cacería de brujas contra los obreros emigrantes con la virtual venia de Merkel de Alemania y el hipócrita y ladino consentimiento de Rodríguez Zapatero de España.
La portentosa erupción combinada de volcanes como el Maunaloa, el Etna o el Tungurahua, son apenas caricias de gatitos caseros en comparación con la aniquilación de capitales y la ruina de millones en el ya obsoleto sistema financiero y bancario, con créditos y agio que los han sepultado en la desesperación y la quiebra con etiqueta de sub prime o hipotecas de vivienda. Todos los miles de millones de dólares que el Tesoro de EEUU va a despilfarrar para destinarlos como salvavidas de los bancos en quiebra, jamás se han utilizado para ir en auxilio de las víctimas de catástrofes naturales o para ayudar a los obreros en paro. Ni todos los terremotos juntos de los últimos tiempos han ocasionado más víctimas que el sistemático desempleo ocasionado por el capitalismo en todos los países.

Los ciclones como el Doris, los tsunamis y los terremotos coaligados, no crean tanta muerte como la masacre en Irak, Palestina o Afganistán ni agotan los miles de billones de dólares necesarios que los Estados Unidos y otros países gastan para ir en auxilio de los banqueros y asociados que hacen quebrar los bancos y mandan a la miseria a millones de personas. Comparen solamente lo que se gastó en el Katrina y la primera emisión de la Reserva Federal para paliar la primera desventura financiera del subprime.
Ni siquiera el prodigioso poder de la naturaleza puede competir con el sistema económico y social de ahora en su capacidad destructiva: millones de hectáreas de bosques aniquilados, ríos y mares contaminados, colosal rompimiento de la capa de ozono, ampliación gigantesca del área desértica, ruptura del ciclo del agua, millones de obreros desplazados de su empleo, millones de hambrientos y enfermos sin tener a quien volver los ojos.
Todo el Calentamiento Global apenas es una gota de rocío frente a la avalancha de miseria y sufrimiento que padecen miles de millones que no tienen condiciones de trabajo ni de nutrición ni salud para enfrentarse a la sencilla vida cotidiana. Su vida ya no es vida, sino un infierno diario que ninguna religión- por más tenebrosa que sea- lo haya jamás inventado.
Tenemos la capacidad tecnológica para usar la energía geotérmica, eólica y nuclear para erradicar definitivamente la ominosa competencia petrolera, la polución, las enfermedades y el hambre, pero seguimos dependiendo de forma macabra de los dinosaurios de las empresas transnacionales y de unos pocos centenares de billonarios enloquecidos por el dinero.
Si esto no se llama destrucción de fuerzas productivas, como lo denominaba Marx, entonces significa que hasta el lenguaje y la comprensión de los fenómenos los está echando por tierra el sistema basado en la ganancia.
Nunca como hoy ha sido tan palpable y masticable la afirmación de la gran revolucionaria polaca Rosa Luxemburgo:
La teoría marxista ha declarado reiteradamente que el punto de partida para la transformación al socialismo podría ser una crisis general catastrófica. Debemos distinguir en tal perspectiva dos cosas: la idea fundamental y su forma exterior. La primera consiste en la afirmación de que el capitalismo, como resultado de sus propias contradicciones internas, va hacia al desequilibrio, en el cual llegará, sencillamente, hasta una situación insostenible.
Pero esto no es simplemente así. Estamos en una época para revertir este proceso destructivo. La misma acumulación de riqueza y herramientas tecnológicas, así como la tendencia de la economía, nos ayudan. Gigantes como Tesla, Steinmetz,Freud, Edison, Darwin,Plank, Marx, Trotsky, Lenin, crearon las colosales palancas para resolver los más intricados problemas del mundo contemporáneo. Desde su duermevela productiva no están diciendo:
Usen la energía de los volcanes, vientos y átomos, luz, la misma fuerza de la naturaleza y la materia para crear una especie humana indestructible, fraterna, solidaria, bajo el signo de la igualdad económica y social. Entre el hombre y la naturaleza, la dificultad mayor es el hombre. El hombre de la cúpula económica, el rico, el billonario, no le interesa ni el conocimiento, ni la naturaleza, ni la igualdad económica y social, sólo le importa la ganancia, acumular dinero, así la Tierra se aniquile con guerras y revoluciones por su causa. Pero ésta es una clase social minoritaria, ínfima, ante la mayoría planetaria, proletaria.
Pero esta minoría habita no sólo en el centro del imperio, en EEUU, sino en todos los países del mundo, y es su concepción de ganancia y usura la que predomina. Mientras siga dominando esta clase social y su sistema de lucro es imposible que podamos poner al servicio de todos, de la población proletaria del globo, la riqueza, los alimentos, los productos de la naturaleza que la ciencia y la tecnología nos lo permiten generarlos.
La reversión de esta situación y sus soluciones exige un gobierno mundial. No de la clase capitalista que va a los foros internacionales a sus cenas opíparas, y bebidas caras, a charlatanear sin ton ni son y que luego vuelven a sus países a seguir la misma senda destructiva. Exige un gobierno mundial de trabajadores armados con la teoría y la práctica del socialismo científico. Y, como sabemos, el socialismo no sólo es una utopía- en el sentido de tener los sueños y la fuerza anímica para derrumbar obstáculos- sino una revolución social absolutamente realizable y necesaria a la altura de este tiempo.
Y, para finalizar, después de todo, con todas sus dificultades, la revolución socialista es una tarea relativamente insignificante en relación a las colosales tareas proletarias del futuro y a los asombrosos logros alcanzados hasta el momento por la clase obrera más avanzada.

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