Crítica de las Manifestaciones Culturales
El Jefe Troglodita de Tabacundo
Por Fabián Núñez Baquero
31/07/2011
Como un espécimen fósil de alguna horda primitiva, existe en Tabacundo un ser devenido en jefe burocrático del Municipio, nombrado fulano de tal gracias a ese método de mediocridad efectiva para mantener a los pueblos en el atraso permanente llamado elecciones democráticas. Las elecciones ni eligen nada ni son democráticas a pesar de que van a ejercer el voto todo el rebaño de ciudadanos. La prueba fehaciente es la existencia de Walter Virgilio Andrango Fernández, un ser salido de las cavernas de la Izquierda Democrática, que ni es demócrata ni tiene un pelo de izquierda. Les vamos a contar el cuento de este monstruo troglodita con moraleja y todo.
Resulta que el escritor Oswaldo Mantilla, personero reconocido de la Casa de la Cultura Matriz, en su calidad de entusiasta dirigente del Taller Cultural Retorno, planificó- con motivo de conmemorarse el centenario de la cantonización de Tabacundo- el Primer Encuentro de Escritores de Pichincha, denominado 100 años con la Palabra. Con mucho esfuerzo, gastando bastante saliva y algunos centavos, convenció al energúmeno de la referencia para llevar adelante tal programación. Anticipamos que el troglodita ni se le había pasado por la cabeza- ya que carece de materia gris- realizar siquiera la usual Sesión solemne ni siquiera por el centenario cantonalicio. Aunque sin entender nada de lo que se trataba, mas por salir del paso que nada, el monstruo dio su visto bueno al programa cultural, cuya información salió por la prensa.
Con humildad y convicción de artista Oswaldo- que es amante de la palabra y de su terruño- utilizando sus relaciones literarias, invitó a una buena pléyade de escritores y artistas para contribuir a este magno evento: magno por la magnitud de los años de existencia del cantón, 100 años no se cumple todos los días. El programa establecía la presentación del libro de cuentos El Cofre Dorado, de Vladímir González Tapia a las 15 horas del día viernes 29 de julio del presente año. Y además, la participación de los artistas invitados en la Feria del Libro, recital poético, lectura de cuentos, música, etc.
Los artistas estuvimos allí por nuestros propios medios cumpliendo con alegría nuestro deber de juglares y trovadores, poetas y escritores. Presentamos en la plaza principal nuestros libros al afable y casi inexistente público que se acercaba a ver nuestras creaciones impresas, a las cuales olfateaban y pasaban Por supuesto siempre de vez en cuando hay algún desventurado desequilibrado que le gusta el arte y adquiere una obra. Nosotros saltábamos de gusto con la adquisición de un ejemplar de nuestra producción literaria. Pero, como es conocido, el cielo no tiene cultura, le importa un pito un poema o un ensayo: llovió. Y entonces tuvimos que solicitar asilo momentáneo en el local, propiedad del fósil- aunque debería serlo del pueblo- y el fósil, de muy mala gana, nos lo otorgó a través de sus burócratas menores… Él mismo nunca salió ni siquiera para saludar a los invitados de Oswaldo Mantilla y de Tabacundo.
Esto nos extrañó un poco, pero no tanto como para escribir una elegía en honor del provinciano aburrido o una oda a la macateta del tiempo de la tagua. No. Pero pasaron las horas. Ya era el tiempo de la presentación del libro, del recital poético, y esa tzantza mojada llamada alcalde ni siquiera se mosqueaba. Nosotros parecíamos pingüinos del paleolítico superior porque es conocida la virtud de Tabacundo de hacer temblar quijadas a horas de la tarde. Y ese dinosaurio sin corazón, jefe del municipio, nada. Hasta que la poeta MariCé se atrevió a subir al dosel del saurio a preguntarle por nuestro programa y éste dijo- muy flojo de huesos- que no sabía nada, acuñando una sentencia que debe constar en los papiros del disparate cultural para siempre: “ Sí, yo vi la información por la prensa, pero no sé nada. “ Sentencia que debe constar en mármol para advertir a los curtidos mocetones y obcecadas mozas del arte como escarmiento a su insistencia artística. Pero, para dar más hostilidad a su odio por el arte y los artistas, el cavernícola denominado alcalde, salió por la ventana del municipio para no ser visto y para ni siquiera ser contaminado por los 100 años de la palabra ni del centenario municipal. Dio con su esqueleto en polvorosa y despareció del escenario dejando a los artistas con los churos hechos, anclados con la neblina y sus poemas, para que ahí se arreglen como puedan con sus corotos y demás bártulos y demás confesiones decapitadas.
Es entonces cuando MariCé puso la voz en el cielo, secundada por los demás artistas, ante semejante destemplado desaire municipal: “Es un insulto a la cultura. No nos presentaremos en ninguna parte de este pueblo.” Y fuimos a guarecernos en el templo católico de la plaza principal, luego en un museo, adscrito al templo, donde nos dieron un salón para reunirnos, con mucha amabilidad. Allí nos sentamos en una especie de mesa directiva Marcela Almeida y yo. Primero tomé la palabra indignado ante la actitud rupestre del alcalde y expresé que este era un delito de lesa cultura, una actitud que pisoteaba la dignidad y el desinterés de los artistas allí congregados; que si bien los ciudadanos de Tabacundo no eran responsables del comportamiento de un malcriado dirigiendo el municipio, los artistas habíamos decidido no presentarnos en ninguna parte para que ellos, los ciudadanos, puedan reclamar con nuestra indignación al minotauro municipal.
Luego tomó la palabra Marcela Almeida y dijo- en pocas palabras- que no era para tanto, que no había para qué tomar al toro por los cuernos, lo que equivalía a dar marcha atrás ante la resolución tomada antes, de no presentarnos en ninguna parte. El anfitrión Oswaldo Mantilla vino, y como si no hubiese pasado nada, dio lectura a un discurso preparado para el efecto. Esta era una actitud acrítica que rebasaba mi capacidad de aguante. Tomé la palabra para indicar que aunque los demás hayan dado marcha atrás en la decisión tomada de no presentar nuestra colaboración cultural en rechazo ante la actitud del cavernario munícipe, yo, en cambio, respetaba la decisión y por eso me retiraba.
Y entonces inicié mi retorno de músico, el único que no sólo cumplía con una decisión colectiva, sino que era el único que tuvo narices para percibir tanto mal olor y que, de hecho, no estaba en absoluto de acuerdo con demostrar tanta conformidad con el insulto, con los chirlazos en pleno rostro, el desprecio y el odio que nos había prodigado el hediondo minotauro que habita en el Municipio. Ese malcriado ser merecía eso y mucho más. Siempre y cuando haya, por supuesto, sensibilidad y lucha por rechazar la ofensa por parte de los artistas ofendidos. Si no lo hacen es porque están de acuerdo con que cualquier jayán de última se les trepe en el cogote y se burle de ellos.
Como un aire fresco debo sí rescatar la actitud y la tibia hospitalidad que me otorgó el taller cultural Anta Kara, el cafecito caliente con bizcochos que me brindó Carmen Jaramillo, una exquisita pintora y escultora alumna del proverbial Antonio Negrete. Gracias a ellos y al pueblo de Tabacundo, que no se merece tener como alcalde a un saurio descerebrado del tiempo de los incisivos con sangre.
3 comentarios:
¡FENOMENAL!
Me he reído por la forma de tu relato, con esa innata picardía que te caracteriza, tan duros los puntapiés que le asestas en la testa al cavernario, que ya no vuelve de ésta…
A su vez, causa molestia saber que existen, en esta era, y cerca de Quito, Capital Americana de la Cultura, cavernarios como Walter Virgilio Andrango Fernández, “Jefe Troglodita de Tabacundo”.
Felicitaciones por tus certeros golpes, comprensibles desde luego, en defensa de la cultura.
Un fuerte abrazo.
Guillermo.
Gracias, querido poeta, por visitar mi blog, un abrazo grande
Que pena siento al saber que mi querido pueblo, esta representado por un tipo por decirlo así, que no tiene sentido y peor aun, gusto por la cultura, este ocupando un cargo muy importante como el de ser alcalde, algo que no es para el.
Que verguenza....
Por otra parte le felicito por todo en cuanto expone en su escrito desde luego con justa razón....
U saludo muy cordial, y a seguir adelante.....
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