viernes, 13 de octubre de 2017

Cosmovisión y descubrimiento de América

Cosmovisión y descubrimiento de América
Cosmovisión y descubrimiento de América
(Poemática y punto de vista)
Por Fabián Núñez Baquero

El llamado Día de la Raza o del Descubrimiento de América se presta muy bien para el entendimiento de lo que significa la Cosmovisión. Como se sabe la cosmovisión es el punto de vista conque un hombre ve, examina, todo el desarrollo histórico de la ciencia, la filosofía, el arte y la propia existencia.

Para el cristiano y las sectas de la cristiandad la llegada de los españoles y portugueses fue una bendición porque con ellos y gracias a ellos llegó la denominada buena nueva de la religión cristiana y por ella sale a las calles en semana santa en su calidad de cucurucho, imitador de Cristo o se pone a aplaudir entusiasta y habla en lenguas en los reductos de pentecostales y asambleas de Dios. Si fuera más coherente con su cosmovisión festejaría el 12 de octubre con más rezos y oraciones y nombraría a Colón y sus marinos como los verdaderos embajadores de Cristo. Es evidente que el tono y la proyección para un poema en este caso será de tinte romántico, heroico, como hizo Camoens en sus Os Lusíadas y Remigio Romero y Cordero en Romería de las Carabelas.

El ancestralista piensa de otra manera. Para él los españoles y portugueses fueron meros malhechores que vinieron con el cuento de la conquista a saquear riquezas y a robar tierras, a aliarse con los aborígenes que peleaban contra los incas y aztecas, para expoliar a los indígenas quiteños, y aunque ahora comparte el idioma español y la religión cristiana, las costumbres y la alimentación que trajeron los españoles, él dice que el 12 de octubre hay que conmemorar los 500 o más años de resistencia indígena. Aunque, claro, si estuviera más a tono con su ideología debería renunciar al idioma español, a la religión cristiana, venerar y adorar a Pachacámac y contar con quipus y hablar en colorado o shyri. Desde luego el tono, el estilo del poema serían de otro tinte, aunque también el verso romántico, heroico, épico le sirva, como el caso de Ercilla con La Araucana. En la actualidad la versión poética se metamorfosearía al duro epigrama o al álgido anti poema.

El ancestralista un poco más enterado razona así: españoles y portugueses no descubrieron nada porque antes que vinieran ellos ya estuvieron aquí los indígenas y, además, antes que ellos ya vinieron los vikingos y chinos. Para esta visión el poema tendría que adoptar la forma de burla o chiste fino, una especie de mezcla entre poema de Borges y cacho de la Tarqui. Por supuesto no tendría que olvidar que el leve paso de chinos y vikingos solo ha servido para hacernos los chinos y huingos y no solo gracias al redentor Correa sino a nuestra impajaritable condición de ingenuos.

Uno y otro ancestralista hacen caso omiso el hecho que el descubrimiento del 12 de octubre de 1492 fue en realidad descubrimiento de españoles y portugueses, de europeos tanto del paisaje de América como de sus habitantes, conocimiento que fue historiado, y relatado y escrito por gente que eran más ingenuos que los cándidos americanos, que creían en reyes de El Dorado, la Fuente de la Juventud, en Amazonas y demás zarandajas romanticonas de esa nebulosa y francamente terrible época. Todavía no existe el poema sobre la mazacatuda ingenuidad de españoles y portugueses y sus creencias en la inmortalidad de la papaya.

El filósofo concienzudo de las posibilidades pensaría: ¿qué hubiese pasado en la cándida América de ese entonces sino hubieran venido españoles y portugueses? ¿Estaríamos recién dejando el canibalismo, redactando un defectuoso esperanto, o inventando una nueva técnica basada en la espumilla y las cosas finas? ¿Todavía mandaríamos al otro mundo las cabezas de miles de compatriotas en sacrificio a Huitzilopochtli o Pachacámac?  ¿ O talvez estaríamos repitiendo por enésima vez la masacre de Yaguarcocha por parte de incas más jodidos, más despóticos? No está descartado, por lo tanto,  que en lugar de ser, como ahora, carnes de cañón de la emigración por el mundo, estemos haciendo la labor de mitimaes ancestrales.

Es obvio que el poema para este caso estaría en la zona peliaguda entre la adivinanza y el enigma.
En general el epigrama chistoso y la ironía bien intencionada serían aptos para los poetas que creen que el genocidio de españoles y portugueses contra los aborígenes remplazó al genocidio de aztecas e incas contra los aborígenes.

El uso de la burla y la parodia no estarían demás para los poetas que son más cristianos que Cristo y que sin embargo alaban las creencias indígenas en la Pachamama y el sol, deberían convertirse en heliodogmáticos  y heliopietistas y renunciar a Jehová y sus secuaces.

Los historiadores que alaban esa escenita en la cual Atahualpa arroja la Biblia que le ofrece el gran teólogo Valverde, no la deberían leer, peor creer en ella, y más bien seguir el animismo multifacético y multicolor de los indígenas de esa época. El poema adecuado para esta circunstancia debería utilizar el rasgo de mofa y de sarcasmo volterianos.

Es posible que exista el poema epitalámico sobre los amores tempestuosos de la Malinche y Cortés, la intérprete azteca y el conquistador de México, y si no lo hay, ya lo habrá, y será clara y exactamente romántico.

Ahora permítasenos destacar a la vez que sugerir motivos de poemas nuevos cuya atmósfera general sea el descubrimiento de América:
1.      
     No hay todavía el poema de la inexistente batalla de Cajamarca inventada por los Pizarro y los conquistadores para justificar el Odebrecht de la época: llevarse casi todo el tesoro de Atahualpa y dejar los puchos para el rey de Madrid.
2.      
             No se ha confeccionado aún el poema aquel de la merienda suculenta y brutalmente real que tuvieron los punáes con el cuerpo del desventurado cura Valverde
3.       
Hace falta escribir el poema que relate que los incas y aztecas cargaron con trabajo gratuito y comunal, además de tierras y mitimaes y dejaron, a cambio, su lengua y civilización.
4.       
No se ha escrito hasta la fecha el poema que narre en verdad de verdad cómo los españoles se llevaron oro y piedras preciosas e impusieron el vasallaje y dejaron, a cambio, su idioma y su cultura.
5.     
  Tampoco existe siquiera una canción lírica al eficaz lavado cerebral del indefenso Atahualpa a cargo del gran teólogo Valverde.
6.     
  El poema del heroísmo real no existe todavía: el de lanzarse al terrible y desconocido océano en esos trastos efímeros y terriblemente vulnerables llamados carabelas ya de por sí fue un acto de heroísmo. Y más heroica la ignorancia del destino: creían que iban a las indias orientales (casi a ninguna parte), utilizando artefactos de navegación comparables a usar cuchillos de piedra para cazar dinosaurios .
7.       
Vikingos y chinos fueron más primitivos, pero afortunadamente más ignorantes. La ignorancia es un arma y la audacia también. Todavía no existe el poema de la ignorancia como arma de descubrimiento.
8.       
Españoles y portugueses no solo fueron audaces sino temerarios hasta la locura. Y nadie ha escrito el poema de la avezada y pertinaz locura ibérica.

El difícil y casi imposible poema de la ingenuidad española merece escribirse casi de inmediato: la cándida y loca hasta el delirio historia de Ponce de León y Alvar Núñez Cabeza de Vaca (considerado una divinidad por los incautos indígenas), si se lo hace recién caeremos en cuenta que también la ingenuidad rompe montañas y acerca a los pueblos que se hermanan por su impoluta candidez y sinceridad

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¿Hasta cuándo?… P or Fabián Núñez Baquero 18/03/22   ¡ No más guerras por Dios! ¡ No más negocio...