Cosmovisión
y descubrimiento de América
Cosmovisión
y descubrimiento de América
(Poemática
y punto de vista)
Por Fabián Núñez Baquero
El llamado Día de
la Raza o del Descubrimiento de América se presta muy bien para el
entendimiento de lo que significa la Cosmovisión. Como se sabe la cosmovisión
es el punto de vista conque un hombre ve, examina, todo el desarrollo histórico
de la ciencia, la filosofía, el arte y la propia existencia.
Para el cristiano y
las sectas de la cristiandad la llegada de los españoles y portugueses fue una
bendición porque con ellos y gracias a ellos llegó la denominada buena nueva de
la religión cristiana y por ella sale a las calles en semana santa en su
calidad de cucurucho, imitador de Cristo o se pone a aplaudir entusiasta y
habla en lenguas en los reductos de pentecostales y asambleas de Dios. Si fuera
más coherente con su cosmovisión festejaría el 12 de octubre con más rezos y
oraciones y nombraría a Colón y sus marinos como los verdaderos embajadores de
Cristo. Es evidente que el tono y la proyección para un poema en este caso será
de tinte romántico, heroico, como hizo Camoens en sus Os Lusíadas y Remigio
Romero y Cordero en Romería de las Carabelas.
El ancestralista
piensa de otra manera. Para él los españoles y portugueses fueron meros
malhechores que vinieron con el cuento de la conquista a saquear riquezas y a
robar tierras, a aliarse con los aborígenes que peleaban contra los incas y
aztecas, para expoliar a los indígenas quiteños, y aunque ahora comparte el
idioma español y la religión cristiana, las costumbres y la alimentación que
trajeron los españoles, él dice que el 12 de octubre hay que conmemorar los 500
o más años de resistencia indígena. Aunque, claro, si estuviera más a tono con
su ideología debería renunciar al idioma español, a la religión cristiana,
venerar y adorar a Pachacámac y contar con quipus y hablar en colorado o shyri.
Desde luego el tono, el estilo del poema serían de otro tinte, aunque también
el verso romántico, heroico, épico le sirva, como el caso de Ercilla con La
Araucana. En la actualidad la versión poética se metamorfosearía al duro
epigrama o al álgido anti poema.
El ancestralista un
poco más enterado razona así: españoles y portugueses no descubrieron nada
porque antes que vinieran ellos ya estuvieron aquí los indígenas y, además,
antes que ellos ya vinieron los vikingos y chinos. Para esta visión el poema
tendría que adoptar la forma de burla o chiste fino, una especie de mezcla entre
poema de Borges y cacho de la Tarqui. Por supuesto no tendría que olvidar que
el leve paso de chinos y vikingos solo ha servido para hacernos los chinos y
huingos y no solo gracias al redentor Correa sino a nuestra impajaritable
condición de ingenuos.
Uno y otro
ancestralista hacen caso omiso el hecho que el descubrimiento del 12 de octubre
de 1492 fue en realidad descubrimiento de españoles y portugueses, de europeos
tanto del paisaje de América como de sus habitantes, conocimiento que fue
historiado, y relatado y escrito por gente que eran más ingenuos que los
cándidos americanos, que creían en reyes de El Dorado, la Fuente de la
Juventud, en Amazonas y demás zarandajas romanticonas de esa nebulosa y
francamente terrible época. Todavía no existe el poema sobre la mazacatuda
ingenuidad de españoles y portugueses y sus creencias en la inmortalidad de la
papaya.
El filósofo
concienzudo de las posibilidades pensaría: ¿qué hubiese pasado en la cándida
América de ese entonces sino hubieran venido españoles y portugueses?
¿Estaríamos recién dejando el canibalismo, redactando un defectuoso esperanto,
o inventando una nueva técnica basada en la espumilla y las cosas finas?
¿Todavía mandaríamos al otro mundo las cabezas de miles de compatriotas en
sacrificio a Huitzilopochtli o Pachacámac?
¿ O talvez estaríamos repitiendo por enésima vez la masacre de
Yaguarcocha por parte de incas más jodidos, más despóticos? No está descartado,
por lo tanto, que en lugar de ser, como
ahora, carnes de cañón de la emigración por el mundo, estemos haciendo la labor
de mitimaes ancestrales.
Es obvio que el
poema para este caso estaría en la zona peliaguda entre la adivinanza y el
enigma.
En general el
epigrama chistoso y la ironía bien intencionada serían aptos para los poetas
que creen que el genocidio de españoles y portugueses contra los aborígenes
remplazó al genocidio de aztecas e incas contra los aborígenes.
El uso de la burla y la parodia no estarían
demás para los poetas que son más cristianos que Cristo y que sin embargo alaban
las creencias indígenas en la Pachamama y el sol, deberían convertirse en
heliodogmáticos y heliopietistas y
renunciar a Jehová y sus secuaces.
Los historiadores
que alaban esa escenita en la cual Atahualpa arroja la Biblia que le ofrece el
gran teólogo Valverde, no la deberían leer, peor creer en ella, y más bien
seguir el animismo multifacético y multicolor de los indígenas de esa época. El
poema adecuado para esta circunstancia debería utilizar el rasgo de mofa y de
sarcasmo volterianos.
Es posible que
exista el poema epitalámico sobre los amores tempestuosos de la Malinche y
Cortés, la intérprete azteca y el conquistador de México, y si no lo hay, ya lo
habrá, y será clara y exactamente romántico.
Ahora permítasenos
destacar a la vez que sugerir motivos de poemas nuevos cuya atmósfera general
sea el descubrimiento de América:
1.
No hay todavía el poema de la inexistente batalla de Cajamarca
inventada por los Pizarro y los conquistadores para justificar el Odebrecht de
la época: llevarse casi todo el tesoro de Atahualpa y dejar los puchos para el
rey de Madrid.
2.
No se ha confeccionado aún el poema aquel de la merienda suculenta y
brutalmente real que tuvieron los punáes con el cuerpo del desventurado cura
Valverde
3.
Hace falta escribir el poema que relate que los incas y aztecas
cargaron con trabajo gratuito y comunal, además de tierras y mitimaes y
dejaron, a cambio, su lengua y civilización.
4.
No se ha escrito hasta la fecha el poema que narre en verdad de verdad
cómo los españoles se llevaron oro y piedras preciosas e impusieron el
vasallaje y dejaron, a cambio, su idioma y su cultura.
5.
Tampoco existe siquiera una canción lírica al eficaz lavado cerebral
del indefenso Atahualpa a cargo del gran teólogo Valverde.
6.
El poema del heroísmo real no existe todavía: el de lanzarse al
terrible y desconocido océano en esos trastos efímeros y terriblemente
vulnerables llamados carabelas ya de por sí fue un acto de heroísmo. Y más
heroica la ignorancia del destino: creían que iban a las indias orientales
(casi a ninguna parte), utilizando artefactos de navegación comparables a usar
cuchillos de piedra para cazar dinosaurios .
7.
Vikingos y chinos fueron más primitivos, pero afortunadamente más
ignorantes. La ignorancia es un arma y la audacia también. Todavía no existe el
poema de la ignorancia como arma de descubrimiento.
8.
Españoles y portugueses no solo fueron audaces sino temerarios hasta la
locura. Y nadie ha escrito el poema de la avezada y pertinaz locura ibérica.
El difícil y casi imposible poema de la ingenuidad
española merece escribirse casi de inmediato: la cándida y loca hasta el
delirio historia de Ponce de León y Alvar Núñez Cabeza de Vaca (considerado una
divinidad por los incautos indígenas), si se lo hace recién caeremos en cuenta
que también la ingenuidad rompe montañas y acerca a los pueblos que se hermanan
por su impoluta candidez y sinceridad
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