Por Fabián Núñez Baquero
Todos estamos en el mismo avión y vamos con destino desconocido. O,
para ser más exactos, solo el avión sabe a donde va y donde termina su escala.
La idea consiste en intercambiarnos cumplidos y buenos deseos mientras volamos.
Y para darnos fuerzas en el aire y los baches celestes y la caídas y empujones
que nos remueven los intestinos. En general la experiencia es atractiva y de
alguna manera nos mantenemos encantados en la aventura, en este impulso casi
liviano y un poco aterrador de estar en un abismo sin notarlo demasiado y en
una altura que mejor es no mencionarla para no caer en pánico. De modo que
espero que a usted hermano le esté yendo tan bien como a mí, que ya me parece
demasiado larga la travesía, y a usted hermana querida, que tenga tiempo para su
toilette y para luchar por la igualdad y contra el despotismo machista. En el
interludio de 365 días disponemos de auto festejos y abrazos al granel para lo
cual nos inventamos pretextos, puede ser la navidad o la visita del viejo
helado sueco que se viste de rojo y con barba acumulada para impresionarnos de
sentimentalismo y ofertas, o por el júbilo del fin de este pequeño tramo de la
órbita.
Como quiera el tiempo resbala tan rápido que los relojes parecen
vértigo y la distancia una marejada veloz. Amigos y amigas, les ruego se sirvan
recibir mi abrazo y con él la ilusión de volvernos a ver en la misma travesía-
no hay otra por el momento- en condiciones normales y dándonos cuenta de que
somos los pasajeros que intercambiamos asientos y sonrisas, preocupaciones o
esperanzas. El aeroplano es tan nuestro que no podemos desplazarnos en otro
hasta el final de cada viaje, ¡felicidades y que el viaje siga siendo bueno!
2 comentarios:
El avión solo irá por su línea de tiempo, con su impulso de vida, el destino solo lo sabremos al llegar. Muchas gracias por sus palabras Querido Maestro
Quinde
Quinde, eres un pasajero feliz y paciente, es lo que necesitamos en el viaje
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