El
enganche cibernético y el hombre de carne y hueso
Por
Fabián Núñez Baquero
17/01/19
¿Cómo
librarnos de la adicción electrónica? Porque se trata de una
adicción la que nos impele a estar sujetos a la pared de mica del
teléfono, al ordenador o la tableta. Parece como que estuviésemos
ya en la sociedad del ocio, que ya hubiésemos solucionado todos los
problemas materiales del mundo y que ahora solo nos atrajera la
diversión, la juerga virtual que no nos deja ni así estemos en el
escusado o en el bus.
Entre tanto los guaguas están botados, nos
despreocupamos de limpiar la casa, de cocinar o de sembrar o cosechar
plantas o flores y hasta de asearnos o bañarnos. Y el trabajo real
que nos da de comer y mantiene a la sociedad, poco menos que
abandonado o con un franco descuido.
Las
parejas se desunen porque están cosidas al celular o se unen de la
noche a la mañana gracias a la bruja imagen de la red y sus correos
tan instantáneos. La familia se disgrega porque cada cual está
atento a lo suyo aunque se encuentren en el mismo cuarto o duerman en
la misma cama. Y claro, no podemos negar que lo electrónico ejerce
una fascinación de los mil demonios con tantos inventos como para
desenganchar de la realidad a las conciencias más agudas y
titánicas.
Estamos poco menos que asediados por todos los costados:
Internet, juegos, celulares, redes sociales, robots e inteligencia
artificial.
Todas
las actividades del hombre se encuentran ahora bajo el dominio del
espacio virtual hasta tal punto que no sabemos cuál es la frontera
de la realidad y el ensueño cibernético. No solo que la era de la
computación está eliminando centenas de miles de trabajos y
oficios, antes tan necesarios y hasta urgentes, sino que está
contribuyendo a la dispersión de la conciencia, la desconcentración
mental y física, agudizando el individualismo ya de por sí grave en
la sociedad capitalista, y acentuando las enfermedades de
polarización- que antes llamábamos doble personalidad- y desajustes
del cuerpo y de la mente.
La
tableta o el celular nos acosa y nos ocupa tanto que no es de
extrañar que la mayoría de enfermedades estomacales y nerviosas se
deban a la tensión producida por su uso desproporcionado, no digamos
el frenesí o la ansiedad que generan correos, películas, juegos de
duración descomunal y la horrible persecución de los avisos
publicitarios, culturales o noticieros y actividades de todos los
países. Y no hablemos de lo más engorroso y criminal: el acoso
sexual, la pederastia, la trata de blancas y demás lacras sociales
que han venido a refinarse y a tomar nuevos visos de tecnología y
persuasión a través de la red y los correos.
Esta
adicción cibernética resulta ser más peligrosa y hasta letal más
que ninguna otra. ¿Cómo liberarnos de este enganche tan dañino?
Porque se trata de una actividad que conduce a la pereza mental y
física con el vestido de alta o refinada ocupación. Los denominados
selfies erigen el egoísmo o narcisismo como el non plus ultra de la
personalidad vencedora.
Las redes improvisan- mediante imágenes
virales- personajes de
fama del día o del año por un gesto, una declaración, un vídeo o
una foto. Cada cibernauta1
emite mensajes, opiniones o declara la guerra a una moda, a una
persona, a una determinada realidad virtual o a todo el sistema sin
más trámite. Lo que lo convierte en una nueva modalidad de líder,
escritor o analista sin el necesario recorrido de las aulas o la
palestra periodística. El
cibernauta, por lo tanto, es una categoría de ejemplar
múltiple, lo que se dice un jayán de siete oficios y catorce
necesidades. Un diestro y siniestro personaje de la era cibernética.
Pero
lo que hace falta en el planeta es la existencia de seres normales y
corrientes que cumplan con su deber y alienten la producción y el
progreso en un tiempo de degeneración, robo y acumulación de
riqueza por parte de unos pocos agraciados mientras el resto no tiene
ni la salud completa. La
categoría de lo normal no es otra que la que produce equilibrio, lo
que todas las culturas han llamado el camino del medio o del ni
el tan ni el muy. No
debemos exagerar la electrónica ni carecer de ella. Como siempre el
mundo está hecho para vivirlo en concordancia con las leyes de la
armonía del cuerpo y de la mente, el poema vital por excelencia.
La
cibernética, su uso disciplinado, no debe impedirnos leer un libro,
estudiar de verdad, trabajar con solidez y responsabilidad, no usarla
para fines protervos ni para perjudicar a otras personas de ninguna
manera. No es el aparato
electrónico o su uso el que importa sino el hombre de carne y hueso
que necesita resolver con honradez acuciantes problemas o proponer
soluciones a un mundo real y complejo.
Como
siempre la disyuntiva es: o gobernamos sobre la electrónica- que la
descubrimos y la hemos desarrollado nosotros-, o nos dejamos dominar
por ella; o nos dejamos subyugar por el sistema o lo controlamos; o
las cosas predominan sobre el hombre o la humanidad reglamenta dirige
el curso de las cosas. Nada
más y nada menos.
1El
cibernauta es una categoría más general que la del internauta
porque involucra la totalidad de artefactos de computación
2 comentarios:
Genial dossier de la nefasta era moderna. Aplaudo su coraje de decirlo tan sutilmente. Como siempre pienso y está vez lo comparto: la paradoja es que de no haber sido por su buen uso, la inexistencia de estás redes hubieran impedido que yo acceda a su refinado texto.
Saludos
Muchas gracias por tan sesudo comentario, amigo Hernán Vizcarra, denota una rara lucidez de gran lector a quien no escapan ni las más refinadas paradojas, gracias nuevamente y saludos cordiales
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